jueves, 26 de septiembre de 2013

DE LA MAYORÍA SILENCIOSA

Hasta donde la memoria me alcanza nunca se había manoseado tanto lo de la “mayoría silenciosa”. Es un recurso retórico que lo mismo sirve para un barrido que para un fregado. Pero que, en todo caso, significa la ausencia de respuestas por parte de las élites dirigentes a las demandas que vienen desde abajo.  Ahora bien, el hecho de que esté de manera ubicua en el sobado argumentario tiene unas connotaciones que, tal vez, hayan pasado por alto algunos analistas de fino paladar.

En principio todo apunta a que la cacofónica respuesta –la “mayoría silenciosa”— representaría el más absoluto  desprecio hacia lo que plantea la disidencia organizada, la respuesta colectiva, máxime cuando ahora, y desde hace ya largo tiempo, existe una permanente y sostenida movilización sociopolítica contra el conjunto de las medidas gubernamentales. Y, a la vez, sería el ninguneo del conflicto social. Amén de un considerable desdén al ejercicio de los bienes democráticos que son los derechos y deberes de la ciudadanía. También porque, con tal formulación, quienes la profieren parecen indicar que se apropian de las voluntades de quienes no se expresan públicamente. O, en otras palabras, las élites intentan monopolizar la voluntad del (aparente o real) silencio de centenares de miles de ciudadanos. Es, así las cosas, la expresión de un considerable déficit democrático que utilizan gobiernos del más variado pelaje.

De un lado, se acerca a la concepción muy extendida de que la política se ejerce sólo  en los más reducidos círculos concéntricos de lo que Pier Paolo Pasolini llamó el Palacio (il Palazzo); de otro lado, paradójicamente, viene a ser la desautorización de la política a través de la política.


Más todavía, es el pobre recurso de unas élites sin razonamiento, ni discurso, sin duda las menos capaces de la historia de la democracia española. Son unas gentes que no saben expresar nada si no es a través del papelillo (la llamada “chuleta”) que sus escribas les ponen por delante.

miércoles, 24 de julio de 2013

ESTAMOS DE LUTO

Todo el sindicalismo español está en deuda con Alfonso Álvarez Bolado, el teólogo jesuita recientemente fallecido (1). Es verdad que su compromiso directo con el sindicalismo no tuvo la visibilidad de otros compañeros suyos como, por ejemplo, los padres Llanos y Díaz-Alegría. Pero, desde la influencia de su pensamiento, hizo no poco por la confluencia unitaria de dirigentes obreros de Comisiones Obreras, UGT y USO en las luchas antifranquistas.

Álvarez Bolado fue un activista en el diálogo europeo entre marxistas y cristianos con gente de tanto fuste como Karl Rahner, Roger Garaudy, Giulio Girardi, Lombardo Radice, Alfonso Comín, Manolo Azcárate, González Ruiz y otros. Aquello fue una serie de encuentros sin ningún tipo de melindres como revelan las actas de aquellas conversaciones. La apertura y desarrollo del Concilio Vaticano II fue la espoleta de aquel nuevo compromiso.

Recuerdo un aspecto parcial de la influencia de aquellos debates. En 1966 había en Mataró un foro que dirigía el inolvidable Lluís Terricabris, llamado El Cau d´en Punsola.  Los sábados por la noche venía un ponente a conferenciar y tras la exposición (siempre en presencia de la «policía secreta») se abría la discusión. Oímos a Manolo Sacristán, conocido como dirigente público del PSUC y reputado teórico marxista; escuchamos al padre Evely; y en cierta ocasión vino a conferenciar el canónigo de Málaga  José María González Ruiz que nos puso al tanto de los debates cristiano-marxistas.

Ni qué decir tiene que las actividades del Cau eran una «isla de libertad», que traía de cabeza a la policía, incapaz de distinguir conceptos como salto cualitativo, lucha de contrarios, nacional-catolicismo y demás. Mayoritariamente el público éramos jóvenes sindicalistas (aproximadamente marxistas con algunas dosis de flogisto, unos, y cristianos, otros) y estudiantes universitarios. Aquello fue, entre otras cosas, el germen de la oposición a la dictadura.

La influencia de Álvarez Bolado siempre estuvo presente en aquellas tertulias. Y en las posteriores que vinieron de la mano de Alfonso Carlos Comín, Nepo García-Nieto y del padre González Faus. Pregunto: ¿sería mucho pedir que los sindicalistas de hoy recordarán el compromiso de nuestro Álvarez Bolado?  Los dirigentes políticos de la izquierda sabrán lo que tienen que hacer: tomar rabillos de pasas.    

       




viernes, 29 de marzo de 2013

SOBRE EL ESCRACHE

Primero. La lucha contra los desahucios está adquiriendo unas notables cotas de participación popular. Tal es la gravedad del problema que ese, cotidianamente activo, movimiento de masas ha concitado adhesiones de amplios sectores de la ciudadanía, de Colegios profesionales y organizaciones diversas hasta que finalmente habló –y habló bien--  el Tribunal Europeo censurando sin paliativos la vejancona Ley Hipotecaria, que ha sido mantenida por todos los gobiernos de la democracia. Ahora esta movilización continúa, claro está, con la doble exigencia de paralizar los desahucios pendientes y proceder a un texto legislativo basado en lo manifestado en la  ILP y los añadidos a que haya lugar de lo dicho por el Tribunal de Luxemburgo. Entendámonos, en esa acción colectiva no sólo deben estar los afectados y sus amistades más directas: es una cuestión de todos, afectados o no. Con esta reflexión de hoy mantenemos y –al igual que Pereira--  sostenemos lo que decíamos ayer en El acoso a los movimientos sociales.


Esta continuidad de la acción de masas debe procurar encontrar una buena relación entre los objetivos y las formas de presión y movilización, procurando que estas no entorpezcan ni interfieran los objetivos. Esto es, que el movimiento esté en constante pleamar. Intentaré poner un ejemplo que viví personalmente para otro asunto. Cuando la batalla contra el ingreso de España en la OTAN, en uno de tantos días, nos encontramos en la plaza de mi barrio de aquellos entonces (La Verneda, en Barcelona) miles de manifestantes: una voz amiga arengó al personal con un «a cortar la autopista», seguido solamente por un reducido grupo, la gran mayoría no quiso saber nada de aquello. La autopista se cortó: miles de coches quedaron atrapados. La gente que iba en ellos nos increpó. Con toda seguridad perdimos aliados aquel día.  Y es que no es infrecuente que, tras una acción de masas, de buenas a primeras nos liemos la manta de la grupusculización a la cabeza. Con la consabida merma de aliados y voluntades que quieren participar activamente. La primera conclusión que saqué de aquella movilización contra la OTAN fue: no hagas un planteamiento de movilización que merme la participación de masas y, más todavía, que se vuelva contra ti.

Segundo. Están apareciendo voces que exigen que se legisle contra el schrage. O sea, se plantea más diligencia contra quienes demandan soluciones urgentes a los problemas de los desahucios que para arreglar los problemas de la vivienda. Estoy en contra de ello y, desde mis pobres posibilidades, me uniré a quienes luchen contra esa hipotética ley. Por supuesto, seguiré dando mi apoyo a la PAH. Ese movimiento necesita más gente a su alrededor, más voluntades activas en sus movilizaciones. Ahora bien, quisiera plantear algunos elementos en torno a la «técnica» del schrage. Es más, me pregunto sobre su utilidad. De entrada diré que mi inquietud  no es por consideraciones «morales», abstractas o no.  

El argumento ya se ha indicado más arriba: la plena concordancia entre unos objetivos y las formas de lucha que deben acompañarlos. Más todavía, tengo otros argumentos –estos de tipo «pragmático»-- sobre los que quiero llamar la atención: si se sigue practicando el schrage no pasará mucho tiempo en que las derechas económicas y políticas organicen su propio somatén. Lo harán, que nadie lo dude –repasen la historia de la Barcelona de la «Rosa de fuego», en los años veinte--  con muchos medios financieros y mediáticos. La batalla de masas, entonces, se irá empequeñeciendo y todo quedará en una lucha entre comandos. En ese terreno, los afectados directamente por las hipotecas tienen todas las de perder y, por supuesto, el movimiento que les da apoyo.     

martes, 5 de marzo de 2013

REVISITANDO A KARL POLANYI


Hace poco traduje esta entrevista de Sergio Sinigaglia al profesor Antonio Calafati. Mi idea era dar a conocer la figura de Karl Polanyi, el autor de "La gran transformación". Esta traducción tiene el visto bueno de los autores de la conversación escrita, que me honraron con su aprobación. Precisamente esta relectura de KP viene a cuento tras mi lectura del libro “Sendas de democracia: entre la violencia y la globalización” (Trotta, 2008) de Fernando Quesada donde la presencia del autor de “La gran transformación” es muy llamativa.


Sinigaglia.- Polanyi no es un pensador muy conocido más allá de los adeptos a sus investigaciones. ¿Eso depende de su adscripción herética respecto a la ortodoxia neoclásica y a la marxista?

Calafati.- Es verdad, su pensamiento no entra en el paradigma neoclásico ni tampoco en el marxista. Ello no ha facilitado la difusión del conocimiento de sus obras, por lo menos aquí. Son unas obras que, sin embargo, se han traducido ampliamente en nuestro país, incluso con prólogos o introducciones de tan diversa interpretación que hacían pensar, en más de una ocasión, que se trataba de un autor distinto. Creo también que su itinerario profesional, anómalo y un tanto “difícil”, no facilitaba la difusión de los resultados de su trabajo. Polanyi se pudo dedicar a la investigación solamente después de sus cincuenta años, en 1947, cuando era profesor de la Columbia University de Nueva York. Tras haber dejado Hungría, fue periodista durante muchos años en Viena y posteriormente enseñante en Inglaterra. Cuando ingresa en la Columbia University -había escrito ya “La gran transformación” (1) , publicada en 1944- crea el grupo de investigación del que nacerá su libro más ambicioso “Tráficos y mercados en los antiguos imperios”, que salió a la luz en 1957. Es una investigación que duró diez años: recoge los escritos de Polanyi y de sus colaboradores. Polanyi muere en 1964 y sus obras más notables (“El comercio de esclavos en Dahomey”, 1964, y “La subsistencia del hombre”, 1977) fueron póstumas, a cargo de sus discípulos. No obstante, creo que la principal razón de las dificultades que hay en la utilización del pensamiento del autor, desde el plano analítico, están en el carácter transdisciplinar de su obra. Es un factor que puede explicar la relativa difusión del pensamiento de otros científicos sociales del siglo XX.

¿Y lo de su pensamiento herético…?

No estoy seguro de que sea verdaderamente un autor herético. Creo que Polanyi pertenece a una línea de pensamiento muy visible en el siglo XX, que va desde Veblen a Commons, de Myrdal a Hirsch, de Hirschman a Amartya Sen, por sólo citar algunos nombres muy conocidos entre nosotros. La idea central de Polanyi (esto es, que el proceso económico está incrustado en el sistema social, que la economía es un producto de las relaciones sociales) no es herético en mi opinión. Al contrario, se puede decir que está en la base del pensamiento de los autores que he citado antes. Es más, se trata de una idea que ha sido dominante en las políticas públicas.

En el campo de las políticas públicas, de manera evidente a partir de los años treinta, fue central la regulación social del proceso económico. Por ejemplo, la insostenibilidad social de un mercado competitivo del trabajo -tal vez el punto central de toda la crítica de Polanyi a la economía de mercado- era una tesis ampliamente compartida y de ninguna de las maneras es herética. Sugiriendo un paralelismo que hubo desarrollado (en absoluto singular) parecería suficiente recordar que antes de la definitiva afirmación del Estado de bienestar, el trabajo como mercancía había perdido relevancia teórica. En la obra de Keynes los salarios eran fijos y debían mantenerse así, fijos: en su “teoría” no era un mercado de trabajo verdadero y propio. Los salarios “fijos”, según Keynes, son importantes como para Keynes lo es la socialización parcial de las inversiones. Si consideramos herético a Polanyi, entonces debemos pensar que es herético el pensamiento social del siglo XX. No creo que ese sea el camino justo para entendernos.

¿Qué influencia ha tenido la perspectiva metodológica de Polanyi en el estudio del proceso económico?

La ampliación del sistema de categorías que propone Polanyi para el estudio del proceso económico es de un interés extraordinario. La utilización integrada de las categorías del “intercambio”, de la “redistribución” y de la “reciprocidad”, así como de su contraposición entre “economía formal” y “economía sustancial” han permitido facilitar los nuevos vínculos causales y sugerir nuevas interpretaciones. Y ello ha permitido al autor proponer una sugerente lectura del surgimiento del capitalismo, tal como lo expone en “La gran transformación”. Al mismo tiempo, pone a Polanyi en sintonía con un relevante y fascinante filón del pensamiento económico y social del siglo XX. En primer lugar, y desde una perspectiva histórica, se podría decir que nuestro autor desarrolló el proyecto de Thorstein Veblen quien, a finales del siglo XIX, defiende a las claras que la “perspectiva antropológica” habría revolucionado la economía política, empujándola a modificar radicalmente el mismo sistema de categorías.

Polanyi no es un antropólogo. Pero la perspectiva antropológica que efectivamente introduce en la investigación histórica y en el análisis económico (lo que Veblen no consiguió hacer) permitió un radical avance del conocimiento de movimientos evolutivos de la economía. Ahora bien, ya en John R. Commons (un gran intérprete del institucionalismo americano de entre guerras) se substituye el más amplio concepto de “transacción” y es substituido por “intercambio”. Polanyi hace más complejo el sistema de categorías y no contempla lo económico como la esfera en la cual domina el intercambio. Para nuestro autor, el proceso económico es dado por la producción y circulación de “materia organizada”, de mercancías, en el interior de un sistema humano. Polanyi sostiene que es sencillamente falsa la tesis según la cual sólo el intercambio (y peor aún, el intercambio competitivo) sería el único principio organizativo del proceso económico; una tesis falsa desde una perspectiva histórica. La distinción entre “economía substancial” y “economía formal” es muy importante... Continúa en

domingo, 24 de febrero de 2013

LA CONCIENCIA TRANQUILA DEL CORRUPTO


Cada ejemplar de la diversa zoología política que se encuentra implicado en casos (presuntos o verídicos) de corrupción lo primero que declara ante los medios es: «Yo estoy tranquilo con mi conciencia». Pero esta retórica nada nos dice sobre qué tipo de conciencia tiene el sujeto en cuestión y qué entiende por tener tranquilidad de conciencia. Por lo demás, la «conciencia» es algo tan personal que, como elemento moral, no quiere decir absolutamente nada. A nadie se le pide que tenga la conciencia tranquila o intranquila sino que obedezca las leyes. Así pues, se puede tener la conciencia tranquila en el caso de Bárcenas y otros tantos y, sin embargo, ser un descomunal contenedor de inmundicia. Más todavía, por algún efecto físico que todavía desconocemos se puede poner «la mano en el fuego» por Fulano y Mengano y no salir chamuscado.

Por otra parte, el eternamente joven diputado convergente Carles Campuzano es otro de los que parece insinuar indirectamente que el sector privado tiene «la conciencia tranquila».  Su propuesta es que se puede aprender del sector privado para combatir la corrupción (1). Por supuesto, no seré yo quien le contradiga, también del sector privado se pueden sacar enseñanzas. Es más, nadie el monopolio de dicha enseñanza. Sin embargo, lo que silencia el diputado convergente, con una picardía política digna de apuntar maneras, es que esencialmente el gigantesco quilombo de la corrupción es el resultado de una alianza entre el sector privado y la política: la promiscuidad del parné con las instituciones. Rara avis este político convergente que ha olvidado la fraternidad sospechosa entre Casinos de Lloret y sus correligionarios de partido. Que ha echado pelillos a la mar los casos de los empresarios Javier de la Rosa y Mario Conde. O las mutuamente beneficiosas relaciones entre Correa y ese tal Luis “El Cabrón”. Que pasa olímpicamente de los privados Prenafeta y Alavedra. O de Millet y los mafiosamente privados rusos que han untado a Crespo. Y no hablo de Díaz  Ferrán, durante un largo tiempo premier de los privados para no hacerle más dura su estancia en la cangrí.  Ni mucho menos miento a otro privado, Jordi Pujol Ferrusola, porque este privado empeña su negociado a la mayor gloria de la soberanía de Catalunya.  

Seguro que más de uno me dirá que faltan los casos de Fulano y Mengano, Zutano y Perengano. Sea. Pero, oiga, esto no es el listín telefónico.   

 

(1) ¿Qué podemos aprender del sector privado para combatir la corrupción?

 

 Radio Parapanda. 20 años de Fiteqa: http://www.fiteqa.ccoo.es/fiteqa/


viernes, 22 de febrero de 2013

UNA COALICIÓN DE IZQUIERDAS PARA EUROPA 2014


Precisamente ante el desafío de las elecciones europeas de 2014, Gaspar Llamazares ha propuesto que diversas familias políticas de la izquierda concurran a tales comicios con una candidatura unitaria. No sólo me parece oportuna la propuesta sino especialmente necesaria. Es, sin duda, una operación muy complicada, pero hay tiempo para pensarla con detenimiento y --¿habrá que decirlo?--  con responsabilidad.

 

En principio digamos que la unidad no es un fetiche, pero sí es una potente palanca. Y, más todavía, es un instrumento que, sabiamente gobernado, concita por lo general amplias adhesiones en las diversas almas de las izquierdas.  Me atrevo a decir que, hoy también, concitaría el interés y el afloramiento a la superficie de la izquierda submergida: ese enorme sector de personas que se han alejado del quehacer de la política partidaria, aunque participan –en muchas ocasiones de manera activa--  de la presión social. 

 

Me permito este aparente rodeo para, a continuación, retomar el rábano. Cada componente de la izquierda proclama con una mano la necesidad de la unidad y con la otra hace justamente lo contrario. Por no hablar de quienes tienen como lema mors tua vita mea. Esta es, dicho sin disimulo, una terrible doblez de la izquierda. De un lado, la propuesta unitaria; de otro la feroz competencia en la toponomástica política. La conclusión, empíricamente demostrable, es que cada cual gestiona su genio de purasangre con el galope de un percherón. En resumidas cuentas, las diversas izquierdas si permanecen a la defensiva, en lo atinente a una colación unitaria para el 2014, olvidarían la hipótesis de que sólo se avanza estando a la ofensiva.

 

Voces bien informadas dicen que Baltasar Garzón podría encabezar la candidatura, y es impepinable que muchos apoyaríamos que así fuera. Por supuesto, lo primero es lo primero: el programa. Que estimo que se esta haciendo parcialmente en la calle con la presión sostenida de los últimos tiempos; que podrá ir perfilándose mejor en asambleas participativas, en una nueva relación entre las fuerzas de la ciudad del trabajo y de los saberes. En el bien entendido que un programa no es un conjunto de remiendos.

 

No trato de echar las campanas al vuelo, pero entiendo que la candidatura de Baltasar Garzón concitaría muchas adhesiones, tal vez la más amplia que esta izquierda haya tenido en España en las europeas. Pero esto deberían entenderlo –o, por lo menos, intuirlo--  los dirigentes de los partidos percherones, si es que quieren convertirse en purasangres. Así pues, no es un problema de generosidad lo que se les pide; es claridad política y altura de miras lo que se les exige.        

jueves, 21 de febrero de 2013

EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS


Mi viejo amigo Francisco Prado Alberdi es posiblemente el sindicalista que más libros ha leído en todo el mundo. Con ese título y con relación a la novela «El hombre que amaba a los perros» de Leonardo Padura aconseja  que los estalinistas deberían abstenerse de leerlo. Me sumo a tan caritativa recomendación de no desear que a nadie le venga un infarto con la misma sugerencia a los neo estalinistas o a quienes hayan dejado el tabaco recientemente.   

Se trata de una novela dura que relata los trazos más relevantes de León Trostky (ya profeta desarmado) y su familia, Ramón Mercader, su asesino, Caridad Mercader, madre de Ramón, África de las Heras y entre bastidores la mano larga y los cuchillos largos de Stalin. Estamos, pues, ante ese género de novela-reportaje donde el lector sabe separar cómodamente la realidad y la ficción. Y, a la vez, es una reflexión sobre el comunismo de los sueños y el comunismo de las pesadillas. Que son dos cosas diametralmente distintas.  

Lamento haber tardado en tener conocimiento de esta novela. De ella me habló Joaquín Nieto en el piscolabis posterior al acto se celebración de los  20 años de Fiteqa CC.OO.  en Madrid; días más tarde me lo envió a casa, cosa que le agradezco muy de veras. 


Radio Parapanda.  EL FUNDAMENTALISMO IDEOLÓGICO

miércoles, 20 de febrero de 2013

QUERIDO FAUSTO BERTINOTTI


Querido Fausto, podría entender las razones que das en Rosso di sera para no firmar el manifiesto de Eco y Camilleri fijando posición sobre las elecciones de este domingo en Italia. Sin embargo, ¿no te hace pensar la declaración de Pietro Ingrao? Sí, del querido maestro Ingrao a quien tú mismo calificas como «el mayor exponente de la izquierda italiana». Tal vez si lo leyéramos juntos y sin legañas en los ojos podríamos llegar a la conclusión de que vale la pena que le acompañes también en esta ocasión. Por ejemplo, que el indignado Bertinotti entienda de una vez para siempre que “indignarse no basta”. Que hay que elegir. Querido Fausto, vuelve a leer al joven Ingrao. Que dice: 

«Las elecciones del 24 – 25 de febrero [en Italia] representan un gran acontecimiento. Es el momento de que las fuerzas de izquierda se presenten compactas y unidas en esta prueba para reconstruir la solidaridad y la justicia social, reafirmar los derechos de las personas y del trabajo. Sólo una victoria neta del centroizquierda puede crear las condiciones para que las luchas no expresen sólo rabia sino que se traduzcan en cambios concretos.

Aislar y derrotar a Berlusconi es posible. Es posible salir de la crisis con una profunda modificación del modelo de desarrollo. Sinistra Ecologia e Libertà de Nichi Vendola es la fuerza que más coherentemente se esfuerza por la realización concreta de estos objetivos. Indignarse no basta: hay que optar. Yo opto por Sinistra Ecologia e Libertà para llegar al gobierno del país el desafío del cambio.»  


Querido Fausto, te saludo desde Pineda de Marx. A los que se añade Roser. José Luis. 


miércoles, 13 de febrero de 2013

CORRUPCIÓN EN LA CORTE DE LOS MILAGROS

Una parte no irrelevante de la política española está alcanzando unas cotas tan esperpénticas que recuerdan la Corte de los Milagros de inolvidable memoria valleinclanesca. El hilo conductor de todo ello es el siniestro tráfico de influencias que ya no se ejerce de manera clandestina sino a la luz pública especulando –dado el alto copete de los tejemanejes--  con la más absoluta impunidad. Mejor dicho, ni se piensa en la impunidad; eso es algo que ni se plantea.

En ese retablo vuelven a aparecer los aledaños de la Corona con la figura central de ese Urdangarín dando sablazos a troche y moche con dineros que circulan por los canales opacos de las transferencias de capitales a los paraísos fiscales. Y en el elenco de ese guiñol milagrero, para no ser menos, está la figura de Jordi Pujol Ferrusola (lo de su hermano Oriol es más ´institucional´) llevándose a Andorra bolsas de dinero --¿de dónde sacó el parné?— cual Julián Muñoz, ayudados el Pujol y el Muñoz por sus respectivas mujeres. Nótese que ya no se guardan las formas tradicionales de llevar la pasta en un maletín de ejecutivo sino en la plebeya bolsa de plástico, tal vez de El Corte Inglés. ¿Qué más da?: ya nos dijo Vespasiano que «pecunia non olet» [el dinero no huele

Y para rematar el guión ahí está ese libreto con la chusca escena de detectives grabando conversaciones entre la ubícua Sánchez Camacho y la novia del Pujol Junior, aprovechando el descuido de éste (como antes lo hizo el Muñoz) al no tener en cuenta el mandato canónico de «donde tengas la olla no pongas la polla».  Cosa que, de manera incomprensible, también despreció parcialmente el yerno del Rey.

Lo dicho, una vuelta a los tiempos de la Corte de los Milagros. Hasta en el mismo Congreso de los diputados se retoma el lenguaje castizo: «Desalójenlos, coño», brama el presidente contra Ada Colau y sus compañeros; «Que se jodan», clamó la diputada Fabra en memorable sesión.  Lo que, sin duda, podrá ser interpretado así: ya que la calle se aleja de las instituciones, acerquemos éstas a la tasca.

Acabo este ejercicio de redacción con una anécdota que ha contado recientemente Rosa Gil, la gran dama del restaurante barcelonés Casa Leopoldo: «Hace años me llamó Urdangarín para reservar mesa. Vinieron el Rey y su mujer, Urdangarín con sus padres y Cristina y no sé cuántos más. Al final, Cristina dice: ´papá, paga tú que para eso eres el rey´. Su Majestad saca la visa, la pone encima de la mesa y afirma: ´Vale, pagaré con esta tarjeta que me ha regalado la Caixa´»

España, España cañí. La Corte de los Milagros. Falta, empero, Sor Patrocinio.