viernes, 17 de febrero de 2012

PUES CLARO QUE SE TRATA DE PODERES

El otro día Mariano Termidor declaró a los medios de difusión, sobre chispa más o menos, lo siguiente: los sindicatos están enfadados porque la reforma les quita poder en la negociación colectiva, en los expedientes de crisis, etc.  

Comoquiera que las organizaciones empresariales no se han quejado –es más, han aplaudido la contra reforma— habrá que convenir que ésta no es “equilibrada” como sostiene la ministra de trabajo y, en cambio, sí es “agresiva” como afirma el ministro Guindos. Pero, además, las palabras de Mariano Termidor nos llevan a una suposición de mayor calado. Por lo menos, el sindicalismo protesta con vehemencia cuando, desde el gobierno –invadiendo materias indecidibles para cualquier gobernante o institución, según declara Norberto Bobbio—arremete contra el poder sindical, esto es, derechos e instrumentos de control. No hace como los gobernantes que, zarandeados por los poderes económicos, se achanta y arrodilla. Es decir, cuando desde fuera del Estado los mercados –la espuma de las multinacionales, según Chomsky--  sustraen poder a los gobiernos, éstos, por lo general gustosamente, callan y bajan la cerviz. O lo que es lo mismo: los poderes corporativos agraden sistemáticamente el “interés general”  sin que los gobiernos digan esta boca es mía.  

No vayamos con zarandajas nosotros: pues claro que el problema central es una lucha de poderes. Como ha sido siempre, faltaría más. De poderes: derechos e instrumentos. Es el único lenguaje que entiende doña Correlación de Fuerzas