lunes, 31 de diciembre de 2012

POR LA JUSTICIA Y LA RAZÓN DEMOCRÁTICA




El resultado de la convocatoria electoral anticipada del próximo 25 de noviembre será decisivo para el futuro de los ciudadanos y ciudadanas de Catalunya. Desde la llegada de CiU al Govern de la Generalitat ---hace ahora dos años— hemos vivido un proceso político paradójico. Por un lado, el Govern de Artur Mas se ha situado en la vanguardia de un modelo de política fiscal y duros rectores sociales, educativos y sanitarios que nos aleja del modelo social de los países más avanzados de Europa, al tiempo que en las Cortes españolas ha dado un soporte reiterado a las políticas laborales más regresivas de la democracia. La alianza CiU – PP ha hecho posible también un escandaloso retroceso en los medios públicos de comunicación  impidiendo avanzar hacia una mayor libertad que habían dado los gobiernos progresistas en España y Catalunya. Por otro lado, CiU ha consumado en muy poco tiempo un giro estratégico oportunista, poniéndose a la cabeza de un movimiento independista que pretende iniciar un proceso de secesión de Catalunya.

La sociedad catalana está padeciendo una grave crisis económica que ya se ha convertido en una crisis social y  política que se ha traducido en un aumento de la pobreza y la desigualdad y en una limitación del principio de igualdad de oportunidades.  Hoy, muchas personas están padeciendo y ven cómo se rompen sus proyectos vitales. Esta situación reclama por parte de todos un ejercicio de responsabilidad política y ética, sobre todo en un momento en el que el descrédito de los partidos y las instituciones es extraordinariamente grave. Consideramos que el rompimiento con España no es la única salida de futuro y que el inicio de un proceso de secesión, en un contexto como el actual, pone en peligro la cohesión social y no es el camino para mejorar las condiciones de vida de los catalanas, ni desde el punto de vista económico ni social ni cultural. 

Hoy, muchos proponen la independencia como un camino “mágico” para salir de las dificultades, desprendiéndonos del peso muerto que, dicen, representa España.  Un discurso donde se mezclan verdades a medias y exageraciones diversas, particularmente en lo referente a las relaciones fiscales entre Catalunya y el Estado, hasta el punto de que es habitual oír afirmaciones tan populistas y agresivas como “Espanya ens roba”.  Paralelamente, algunos sectores independentistas han conseguido extender la idea de que la secesión –que quiere decir la ruptura del Estado— será un proceso sin costes económicos excesivos, sin fractura social, políticamente amable, en el que todo serán beneficios. 

El soberanismo cree que el fenómeno de la globalización sólo puede tener consecuencias positivas para Catalunya, y por eso ha asumido sin complejos el modelo económico neoliberal. Para la sociedad catalana disponer de un estado propio será un “buen negocio”, se afirma. El énfasis en las virtudes económicas de la independencia, que no se sostienen en un análisis riguroso, no es otra cosa que una calculada estrategia para esquivar una relidad social rotunda desde hace muchas generaciones: el hecho de que la mayor parte de la ciudadanía de Catalunya compartimos catalanidad y españolidad en diversos grados. 

No compartimos las visiones apocalípticas de una virtual secesión, pero tampoco estamos dispuestos a aceptar acríticamente los argumentos almibarados del independentismo. No creemos que pertenecer a España sea una obligación perpetua, pero no compartimos tampoco las razones de los que sostienen la necesidad histórica de la ruptura. Pensamos que la secesión no es la respuesta razonable a los problemas de la sociedad catalana en el marco de las complejidades, interdependencias y soberanías compartidas del siglo XXI. Especialmente, no es la respuesta inteligente en el contexto de una Europa que necesita avanzar hacia niveles más elevados de unidad política en el marco de una crisis que amenaza su propia supervivencia.  La comparación entre beneficios y costes sociales es mucho más favorable en el caso de un mejor encaje federal de Catalunya en España y Europa, que no en el caso de la independencia. 

Por todo ello, reconociéndonos herederos de las izquierdas catalanas que siempre defendieron “Catalunya, un sol poble”, alzamos nuesta voz para defender abiertamente que el rompimiento con España no es la mejor solución, ni para salir de la crisis actual, ni para articular una alternativa desde la izquierda a las políticas de austeridad europeas. Además, los riesgos, las tensiones y las incertidumbres de un proceso de secesión no son el mejor escenario para mejorar las condiciones de vida de la gente, particularmente de los sectores más humildes y vulnerables.  Hasta el día de hoy apenas si ha habido controversia democrática donde los interrogantes de la ruptura hayan podido debatirse ampliamente en el marco de una discusión pública basada en los principios del pluralismo democrático.

El federalismo tiene profundas raíces entre los sectores progresistas de Catgalunya y cuenta con experiencias de éxito en otros estados del mundo que habrían de tenerse en cuenta. Reclamamos a las fuerzas políticas de izquierdas que, en un momento electoral como éste, sean valientes, escuchen a la gente, hagan un esfuerzo pedagógico, se atrevan a hablar claro y apuesten por explorar y explicar a la ciudadanía los caminos de un nuevo federalismo, desacomplejado y exigente con el Estado, donde la ciudadanía de Catalunya se pueda sentir a gusto desde sus identidades compartidas. 

Queremos una España federal en el marco de una Europa federal y socialmente justa. No se nos escapan las  dificultades de lo que proponemos y la sensación real, hasta hoy de un cierto fracaso en este propósito. De una parte, porque la izquierda española mayoritaria no ha querido jugar a fondo esta carta y, de otra, porque la derecha española es profundamente nacionalista y se atrinchera, cuando le conviene, en el inmovilismo constitucional. En Catalunya, en los últimos años se han ido acumulando muchos agravios e incomprensiones, desde la desgraciada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut hasta los reiterados incumplimientos de los sucesivos gobiernos españoles en materia de inversión.

La relación entre los gobiernos democráticos de España y Catalunya se ha caracterizado por la irresponsabilidad de quienes han tenido la voluntad de monopolizar y apropiarse de las ideas de España y Catalunya con claros objetivos partidistas.  Sin embargo, creemos que no hay razones suficientes para la desmoralización y que, en cualquier caso, la alternativa de la secesión es enormemente inquietante y peligrosa para la cohesión social. Nos sentimos cómplices de las voces que, desde otros territorios de España, expresan su disgusto e impotencia ante la imagen monolítica que, desde Catalunya, proyectan algunos de España; una imagen tan injusta e irreal como la que, desde el resto del Estado, muchos tienen de Catalunya.  En este sentido es totalmente imprescindible que se ponga en marcha un movimiento federalista de alcance español que sirva, también, para subrayar que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.

Las próximas elecciones al Parlament de Catalunya no puede convertirse en un plebiscito donde “independencia sí independencia no” sea el único tema de campaña. Democráticamente es imprescindible juzgar la acción política del gobierno saliente y confrontar los programas electorales en relación a los otros aspectos en los que nuestro Parlament tiene competencias y atribuciones específicas, particularmente en el campo de las políticas de bienestar. De la misma forma,  no podemos dejar de recordar que el President Mas llega a estas elecciones bajo la sombra de la corrupción y la responsabilidad de su partido, CDC, en el caso del saqueo del Palau de la Música.

Estas elecciones, en cambio, sí pueden ser el comienzo de un ejercicio colectivo para debatir y articular las diferentes alternativas políticas –todas ellas legítimas--  en relación al llamado “encaix” de Catalunya dentro de España y Europa. Pero desde un debate libre y plural, sereno y ordenado, sobre las razones que llevan a unos –desde el llamado “derecho a decidir”--  a pedir el rompimiento y a otros a demandar un nuevo acuerdo. Un proceso a resolver desde el principio democrático, en el marco de un estado de derecho y que, si corresponde, acabe con la celebración de un referéndum. Hoy el principal riesgo no es que Catalunya (o España) pierda soberanía, sino que vamos atrás en términos de democratización; que los ciudadanos pierdan todavía más soberanía ante los mercados y el capital. No la recuperaremos si no nos esforzamos en romper las fronteras que quedan entre los europeos en vez de crear otras nuevas. 

Por todo ello  queremos hacer un llamamiento a la ciudadanía progresista de Catalunya para que el próximo 25 de noviembre se movilice y dé confianza a las formaciones políticas que presenten programas nítidamente de izquierdas y contemplen una renovada y potente opción federal.  Que, igualmente, pongan en el  centro del debate electoral la forma de cómo se han efectuado los recortes en el estado de bienestar realizadas por el Gobierno de Mas con el apoyo del PP. Y que confronten la existencia de diversas alternativas ante la crisis. Que reclamen de la Unión Europea políticas impulsadas al crecimiento económico con el fin de evitar que la austeridad recaiga solamente en los servicios públicos y las prestaciones sociales. Es decir, una Europa unida al servicio de la gente. En definitiva, que apuesten con claridad por un modelo de estado federal donde la mayor parte de la ciudadanía de Catalunya pueda sentirse cómoda y reconocida, compartiendo con otros pueblos un proyecto común de convivencia, justicia y cohesión social.

lunes, 24 de diciembre de 2012

EL DESPARPAJO DE MONTI


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Monti se ofrece a seguir gobernando.  Pero sin pasar por las urnas. Voces autorizadas de aquel país me aseguran que el Partito democratico no acepta la propuesta de Monti. Debo decir que me han quitado un peso de encima. Grosso modo, la cosa que propone el ya dimitido Monti es: se hacen las elecciones a las que yo no me presento; se forma un gobierno de aquellos partidos que desean que yo sea el presidente del Consejo de Ministros y que compartan la agenda de reformas que he puesto en marcha y la continuidad de las mismas. Me pregunto, así las cosas, ¿qué sentido tendría convocar al pueblo italiano a unas elecciones? Ni siquiera tendría una presentabilidad estética. Se trataría de un extraño comistrajo entre política y tecnocracia: la política pone algunas formas imprescindibles (las elecciones) y la tecnocracia gobierna. Pero, oído cocina: esas formas imprescindibles no afectan a quien dirigirá los el país. Lo que, en esa operación, se traduciría en que de la técnica (con sus virtudes cardinales y teologales) saldría el líder taumatúrgico. Otro golpe a la autonomía de la política.  Y otro paso más a demediar la democracia. Posiblemente esta operación de Monti será vista con (algo más que) simpatía por las cancillerías europeas que no ven con agrado la posibilidad de que el moderado Pierluigi Bersani (candidato del centro-izquierda) pueda ganar las elecciones. De manera que pondrán en marcha toda una serie de mecanismos crematísticos para que Bersani obtenga el peor resultado posible. No se olvide, la mano derecha de Merkel es alargada. En resumidas cuentas, hay muchos intereses para que Italia no se normalice políticamente. 

 

 

 

martes, 18 de diciembre de 2012

LOS PARTIDOS POLÍTICOS A LA ALTURA DEL BETÚN

El desprestigio viene de arriba es un breve artículo del eminente sociólogo Juan José Toharia. Ruego que se lea ese trabajo con detenimiento, pues sus datos son reveladores del estado de ánimo de la ciudadanía. Toharía en su investigación anota la opinión de la gente sobre determinados colectivos, estamentos e instituciones. Los más valorados, con nota alta, aquellos que están afectados por los recortes; los menos valorados (se diría que despreciados por la bajísima puntuación, que está a la altura del zócalo) los bancos y los partidos políticos. Por ese orden, esto es, los partidos políticos están por debajo de las entidades bancarias. Nada hay de sorprendente en esta reacción de la ciudadanía. Es como si el personal pensara que los bancos están haciendo lo que le es propio en estas circunstancias de hegemonía neoliberal, mientras que los partidos políticos no están a la altura de sus responsabilidades.

Que los partidos sean vistos de esta manera tan indiferenciada podría tener, tal vez, una explicación, que expongo en clave de hipótesis: la gente entiende que los partidos que cuentan son los mayoritarios, los que deciden de qué manera hay que contar las habas; los partidos minoritarios, en esa tesitura, no cuentan, y como no cuentan sólo merecerían, en esa conjetura, un ligero ascenso de votos de vez en cuando, que no les saca de la periferia de la política. En todo caso, también los minoritarios acaban apechugando con la desconfianza generalizada de la gente.  

Lo chocante es que a la derecha no parece preocuparle esta desconfianza: esa desafección es un elemento que desactiva la participación en la política, desviando las ganas de intervención del común de los mortales en la cosa pública hacia organizaciones no gubernamentales, asociaciones monotemáticas y diversos tipos de voluntariado. Que son imprescindibles, pero que no intervienen directamente en la variación de las relaciones de poder político. Podría ser que la derecha disponga de estudios econométricos acerca de cuál es el nivel mínimo tolerable de participación electoral para seguir gobernando o siendo un agente que, si pierde las elecciones, siempre será alternativa de poder.

Ahora bien, soy incapaz de saber (y ni siquiera intuir) qué opina el partido mayoritario de la oposición, empeñado en que sólo el desgaste de la derecha les devuelva el acceso a las covachuelas ministeriales.

Dicho lo cual, quisiera ser constructivo, pero los calores agosteños no me dejan cavilar. Otra vez será.

      

domingo, 28 de octubre de 2012

DESREGULAD, DESREGULAD,MALDITOS


(Primeros apuntes para un estudio más sosegado)


La CEOE insiste machaconamente en desregular, todavía más, el mercado de trabajo. Lo cierto es que sorprende la tendencia al suicidio de la patronal orgánica española.

Digamos abruptamente que a finales de los años setenta del siglo pasado se inicia el camino que lleva a la derrota del capitalismo industrial de manos del capitalismo financiero. El capitalismo financiero toma el relevo y, de la mano del neoliberalismo, ocupa los ganglios más sensibles de la economía, pone a subasta la democracia y propone un modelo de sociedad. La potencia de tales mensajes caló profundamente en ciertas fuerzas de la izquierda política: el caso más paradigmático fue el de la llamada tercera vía de aquel Blair a quien el maestro Vázquez Montalbán llamó sarcásticamente la sonrisa de la señora Thatcher.

Pero la burguesía industrial no cayó tampoco en las repercusiones que iba a tener en sus propias espaldas el enseñoramiento, económico y político, del neoliberalismo en manos de los poderes financieros, que se ha agravado en España debido a la histórica dependencia estructural de la industria con relación a la Banca.  

Quedamos, pues, en que los poderes financieros han derrotado –tal vez definitivamente--  a los capitales industriales.  Esta nueva situación está comportando que el proceso de innovación-reestructuración no está siendo dirigido exactamente por el capitalismo industrial que, de momento y quizá para siempre, ha perdido la hegemonía cultural y política. En nuestro país, con su endémica precariedad de capitanes de industria,  esta situación es todavía más visible. (La única excepción de ese déficit ha sido Pere Duran i Farell; no cuenta la del efímero Ignacio López de ArriortúaSuperlópez, que, al menos en nuestro país, fue un bluff). La burguesía industrial está, hoy por hoy en España, ayuna de proyecto, y el único que parece tener no es otra cosa que la subalternidad de los capitales financieros. Es más, ni siquiera ha sabido reaccionar ante la pérdida de prestigio de la industria –y de valoración social del trabajo industrial--  en nombre de una sedicente modernidad.   

Todo ello ha supuesto en estos últimos 30 años, entre otras cosas, un proceso  de descapitalización tecnológica y pérdida de conocimiento, en sectores industriales estratégicos, y una pérdida de centralidad de la empresa industrial. Lo que, además, la incapacita para ver qué mecanismos de freno taponan su eficiencia. De ahí su obsesión para encarar de lleno esta fase de innovación-reestructuración en el cuadro de la economía-mundo, ya globalizada. La burguesía industrial española, así las cosas, no ve más allá de la exigencia de la desregulación del mercado de trabajo, la eliminación de derechos sociales y el ataque sistemático al salario. Esta obsesión le llevó a desdecirse estúpidamente, por ejemplo, de la firma del Acuerdo nacional para la negociación colectiva, una vez firmado, al ver la contundencia de la reforma laboral del 25 de enero de este año. Prefirió perder lo que le quedaba de aparente independencia de los poderes financieros y políticos en aras a la defensa de unos intereses propios que le llevan a ella a la marginalidad y a la sociedad española al desastre.  

Esta dependencia (que hunde sus raíces en las tradiciones empresariales españolas, también las catalanas, siempre en demanda de proteccionismos gubernamentales) de los poderes políticos –y hoy, además y sobre todo, de los financieros les impide tener un proyecto de renovación de la industria en general. Lo único que ve, con sus deformadas antiparras, es la desregulación. Que no es otra cosa que el estrangulamiento de cualquier reforma, digna de ese nombre, orientada a la puesta al día del, cada vez más escaso y endeble, tejido industrial.

domingo, 12 de agosto de 2012

SOBRE EL ASOCIACIONISMO ESPAÑOL

1.-- La asociación FACUA-Consumidores en Acción será excluida del Registro Estatal de Asociaciones de Usuarios si no retira de su web campañas contra los recortes que afectan a educación y sanidad, según la carta que ha enviado a esta entidad la secretaria general de Sanidad y Consumo, Pilar Farjas. Lo que me incita a seguir con mis reflexiones en torno al post de ayer  ¿A QUÉ APUNTA EL CESE DE ANA PASTOR?

 

Lo primero a retener es la desacomplejada actitud del gobierno ante la legalidad: la amenaza de esta Farjas es, a todas luces,  anticonstitucional; y como ilegal que es, esta señora se ha ganado el calificativo de forajida. Esto es,  que está fuera del ejido (exido) [de la ley]. Si sabe que su decisión es incorrecta se aproxima a la prevaricación; si lo desconoce, el problema tiene también su miga. En ambos casos merece su inmediata destitución.

 

El Gobierno, a través de esta forajida, intenta laminar todo vestigio de autonomía de la sociedad civil. Sólo serían admisibles aquellas asociaciones que fueran cooptadas por los poderes para acompañar acríticamente o sobre la base del aplauso pelotillero las decisiones de aquéllos. Es, digámoslo claro, la ocupación de la sociedad civil organizada para organizar desde arriba una revolución pasiva. Este es el objetivo del termidorismo político del Gobierno del Partido Popular.

 

Es un termidorismo que de manera descarada pretende dar carta de naturaleza a un tipo de intervenciones político-administrativas en el terreno de lo que es indecidible por los poderes públicos. Esto es, aquello que ninguna institución (tampoco ninguna mayoría) puede decidir en democracia. De ello han hablado largo y tendido juristas tan prestigiosos como Norberto BobbioLuigi Ferrajoli y en España Perfecto Andrés Ibáñez.

 

El gobierno, a través de esta forajida, no amenaza en vano. Que esa amenaza sea ilegal no anula, dicho escolásticamente, la mayor: el sentido de la amenaza. Esto es, la lluvia de advertencias contra todo aquello que discrepa de las decisiones de la mayoría.

 

El problema que tiene ahora el gobierno es de amplio calado con el asociacionismo español: no encuentra aliados, ni siquiera en aquellos sectores que tradicionalmente habían tenido comportamientos bondadosos con sus políticas. La salvaje poda de los servicios públicos y las inútiles medidas fiscales (que no cuentan con vínculos compatibles con el resto de otros parámetros económicos) han llevado al asociacionismo español a un abierto enfrentamiento a los poderes públicos. De ahí que el mundo de las lealtades (allá donde estuvieron) se ha transformado en el universo de las necesidades, incluso algunas de las más vitales: las que afectan a los grupos más desprotegidos. De las necesidades que se enfrentan a los recortes, quiero decir.

 

2.--  Así las cosas, este cuadro de enfrentamiento global contra la política del gobierno requeriría una gran operación de civilidad democrática. A saber, el fortalecimiento de las organizaciones del movimiento asociativo español. Mientras este movimiento sea débil el termidorismo gubernamental intentará seguir y ampliar sus estropicios. Digo yo por lo bajinis: ¿no es esta la ocasión para fortalecer un asociacionismo débil y disperso en el ámbito de los consumidores y usuarios? Esperar que sólo y solamente se ventilen los problemas de la ciudadanía en un único lugar –que además está arriba, esto es, en el Parlamento--  es tan ilusorio como memo. Unos porque son como el Asno de Buridán; otros porque todavía no son suficientemente representativos en aquella sede. Aunque habría que señalar que a Buridán no le interesa gran cosa el fortalecimiento de la sociedad civil, porque piensa que, más tarde o más temprano, le crearía complicaciones. De manera que, de interesarle algo, sería el voto invertebrado.  

 

Apostilla. No menciono, porque ha sido tratado en otras ocasiones, la necesidad del fortalecimiento del sindicalismo confederal. Pero sí diré algo que no he tratado nunca: su fortalecimiento no puede estar, con las fuerzas actuales que tiene, en clave de que es el hermano mayor del resto del asociacionismo. Si alguien me pide explicaciones sobre lo que acabo de decir, ya saben –como aquella vieja canción--  dónde está mi paradero.   

 

 

sábado, 30 de junio de 2012

LA SOCIALDEMOCRACIA DE TONI COMÍN


Querido Toni, me pides una opinión sobre el artículo que publicaste recientemente en El País: Dos decálogos y una esperanza sobre el futuro de la socialdemocracia. Lo leí en Granada, concretamente arrellanado en la terraza del café Bib-Rambla, famoso por sus tejeringos. Te diré tres cosas.

1.     Comparto lo que dices de pe a pa, empezando por el quiasmo de entrada: Europa no es posible sin el proyecto socialdemócrata; el proyecto socialdemócrata no es posible sin Europa. Sin embargo, mucho me temo que eso es más una afirmación desiderativa que un razonamiento. El problema de fondo, Toni, es que no se ve –yo por lo menos no lo veo— que la socialdemocracia europea quiera dejar de ser un conjunto de retales nacionales para convertirse en un traje europeo. ¿Qué quedó del programa del congreso del PSE de Oporto hace ya algunos años?

2.     Hablas de la austeridad. Pero no le das el toque berlingueriano, esto es, como alternativa al despilfarro. Tengo la impresión que te dejas llevar por el remedo de austeridad tal como desgraciadamente nos lo venden.

3.     Por supuesto, comparto –te lo he dicho antes— los dos decálogos.  Ojalá que los socialdemócratas europeos tengan el mismo punto de vista que tú en ese aspecto. Cosa que dudo. Pero, querido amigo, ese programa lo puede suscribir (y no es poca cosa en los tiempos que corren) un progresista ilustrado. Pero tengo entendido que tú y yo somos algo más que progresistas ilustrados. Por ejemplo, no hay referencia alguna al universo de los derechos y poderes del conjunto asalariado en tanto que tal. Esto es, de los asalariados y del trabajo in progress.  Y, por otra parte, qué sentido tiene la socialdemocracia europea. Esto es, ¿qué se propone? ¿a dónde quiere ir? ¿Desea mejorar la situación, lo que no es poca cosa? ¿Pretende sanear el capitalismo, lo que tampoco es poca cosa? ¿Intenta con una serie de acumulaciones progresivas y graduales trascender el capitalismo? ¿O se instala en que como el capitalismo tiene los siglos contados lo único viable es darle una serie de manos de pintura?

Querido Toni, tú has abierto el debate. Así es que deberías continuarlo y aclarar estas cuestiones a este viejo que chochea y, desde Parapanda, te saluda. JL  


Pineda de Marx, 13 de Junio de 2012. 


Radio Parapanda12. LA CRISIS DEL MARXISMO

lunes, 12 de marzo de 2012

LOS REVIENTAN MANIFESTACIONES

Ayer fue un día grande, lo dijimos en EN LA CALLE O EL FRENO DE EMERGENCIA. Por eso estaban inquietos algunos contramanifestantes. Quiero decir que no es la primera vez que se organiza algo más que el deslucimiento de una movilización como, por ejemplo, las  estudiantiles de ayer mismo en Barcelona.  Que estructura eso de reventar la presencia de la gente en la calle. La idea es equiparar, a través de los aparatos mediáticos, la acción democrática con actos de vandalismo que --sutilmente o de manera directa, según los casos--  se atribuiría a los organizadores de la protesta.  Históricamente, en no pocas ocasiones, ciertas sentinas del Estado o algunas organizaciones tenebrosas, disfrazados de radicalismo para no infundir sospechas, han sido destacados protagonistas  de transformar la acción colectiva de protesta en una zahúrda callejera. Así pudo ser ayer por la mañana en Barcelona.


No es que la izquierda se tenga que desmarcar piadosamente de tales acciones, es que debe condenarlas obligatoriamente sin ningún tipo de paños calientes. En caso contrario aparecería o bien condescendiente o bien timorata. O, tal vez, condescendientemente timorata como aquel cacho de la izquierda italiana (al principio no pequeña) que calificaba a las Brigadas Rojas como compañeros equivocados [compagni sbagliati].  Como queriendo decir: son de los nuestros, aunque no acierten con esos métodos. De manera que mientras las izquierdas no denuncien tales comportamientos estaremos en la misma espiral.

¿Cuál es el interés de estos neoquintacolumnistas? Trasladar el conflicto político a un altercado de orden público para conseguir que la batalla de ideas se evapore y todo quede reducido a la condena del comportamiento brutal de la policía que está al mando del (chestertoniano) personaje  El hombre que fue Jueves.  Así pues, los organizadores de la acción inequívocamente democrática deben saber, a estas alturas, qué les conviene si bajar la cabeza ante esos compañeros equivocados o decirles sin disimulo que sirven objetivamente a los intereses de quienes gestualmente dicen atacar.  Eso ya lo sabía el Cojo Mantecas.  
   



jueves, 1 de marzo de 2012

CONTRA LA REFORMA LABORAL TERUEL TAMBIÉN EXISTE


Es lógico que los medios de comunicación pongan especial énfasis en las manifestaciones de las grandes capitales. Así ha pasado siempre y, como era de esperar, ocurrió ayer. Ahora bien, la acción colectiva también se expresó en una serie de lugares que, por lo general, no concitan el interés de los mass media. Pongamos que hablo de Teruel, una capital de provincia que tiene 35.000 habitantes. 

Allí los sindicatos estuvieron presentes, y –según las informaciones periodísticas— estuvieron a la altura. Digamos, pues, que Teruel existe también en el amplio espacio de la protesta contra la putativa reforma laboral. Que en Teruel se tiene plena consciencia que la derrota de esa reforma se ventila, así mismo, en todos los rincones del país. Por de pronto nos quitamos el sombrero ante el sindicalismo turolense.
Y, a continuación, copiamos lo que ha informado el Diario de Teruel en su edición digital. 

 Unas 500 personas se reunieron ayer en la plaza de la Catedral de Teruel para respaldar la manifestación convocada por UGT y CCOO, manifestaciones que se repitieron en 60 ciudades de toda España. Al grito de ‘Así, así, ni un paso atrás, esta reforma la vamos a parar’ cientos de personas recorrieron las principales calles del Centro Histórico de Teruel hasta llegar a la plaza de San Juan, donde ambos sindicatos leyeron sendos manifiestos. 


 Apostilla. Turolenses famosos fueron el geógrafo Isidoro Antillón, el escultor Eleuterio Blasco, el cineasta Luis Buñuel, el músico Gabriel García Antón, el profesor Pedro Laín Entralgo, el matemático Tomás Pérez Estala y la sindicalista Georgina Villanueva que es una parte de la historia de Comisiones Obreras. 

jueves, 23 de febrero de 2012

LA MAQUILA CATALANA

En nuestra entrada LOS NEGOCIOS PATRIÓTICOS DE LA GENERALITAT. ¿Maquilas en Catalunya? dábamos cuenta de los negocios que plantea el empresario de Eurovegas, Sheldon Adelson al gobierno de la Generalitat de Catalunya. Nosotros, bien pronto, estuvimos al tanto gracias a nuestro anónimo comunicante a quien dimos en llamar Garganta Flexible. Pues bien, el martes pasado el magnate norteamericano fue recibido con todos los honores por el presidente de la Generalitat y Míster Parné expuso sus condiciones para invertir en Catalunya; en caso contrario se iría a Madrid donde –según él— tiene fuertes agarraderas en Aznar y Aguirre.

 

Lo que nos informó Garganta era tan fiel como que la Tierra gira alrededor del Sol. Y buena prueba de ello es que, por fín, las propuestas de Míster Parné se han hecho públicas. El País, en su sección catalana, informa de ello. Es decir, no se trata de un bulo de Radio Macuto. Tomen aliento. Respiren hondo. Y lean. Pero antes, séame permitido un ligero desahogo: ni siquiera  Sam Giancana hubiera llegado tan lejos. Lean, lean:

 

Una  reforma del Estatuto de los Trabajadores para relajar la rigidez de los convenios colectivos.

Cambios en la Ley de Extranjería para acelerar la concesión de permisos de trabajo y dar “un trato preferente” a sus empleados foráneos.

Dos años de exención casi total del pago de las cuotas a la Seguridad Social y de las tasas estatales, regionales y locales.

El Estado debería ser garante de un préstamo de más de 25 millones que solicitaría al Banco Europeo de Inversiones.

Una ley que garantice ventajas fiscales durante 10 años.

Acceso a los casinos de menores y ludópatas, en cuyo interior, además, se podría fumar.

Cambios en la ley de prevención de blanqueo de capitales: solo se obligaría a identificar al cliente a la entrada del casino y cuando quiera cambiar fichas por más de 2.000 euros.

En el caso de Madrid, cesión de suelo público y que se reubiquen viviendas protegidas en otros emplazamientos. Y nuevas infraestructuras (metro, Cercanías, carreteras, conexión con el AVE) en Valdecarros y el traslado del vertedero de Valdemingómez y el asentamiento de la Cañada Real.



¿Cómo quedará la cosa? Les iremos informando. Gargante Flexible no descansa y nos irá comunicando los entresijos de lo que él mismo llama la Operación Almogávares.



Radio Parapanda. Coplillas “Americanos”: http://www.youtube.com/watch?v=m-r8YOm-82U

martes, 21 de febrero de 2012

EL GOBIERNO DE LOS PEORES Y "EL ENEMIGO"

Antonio Moreno, jefe superior de la policía del País Valencià, ha declarado que los estudiantes que se manifestaban son “el enemigo”. Por eso, en esa lógica, las fuerzas del orden público actuaron de una manera tan salvaje. Es de suponer que ese Moreno conoce el valor de las palabras y los conceptos que designan: no se pone en manos de un indocumentado una responsabilidad de ese calibre. Digamos, pues, que no se trata de un desliz, ni de un calentón. De manera que vale la pena hacer una reflexión en torno al tal Moreno y algunas cosas más.

Me pregunto: ¿qué formación constitucional se da en las escuelas de la policía? Porque salta a la vista que quienes ejercen el derecho democrático de manifestarse no son “el enemigo”. Lo digo porque el tal Moreno no parece que, por su edad, se haya formado en las escuelas de la policía en tiempos de la dictadura. Así pues,  es elemental que las fuerzas políticas  –y la sociedad civil organizada--  reclamen una investigación a fondo sobre los planes y los contenidos de estudio que se imparten en tales escuelas y centros de formación. Por supuesto, reclamar el cese inmediato de dicho personaje es un imperativo democrático: un deber ser democrático. Esa declaración de guerra es la expresión –digámoslo sin tapujos— de un fascismo aflorado. Hasta donde sabemos,  declaraciones como las de ese Moreno, sólo se han jaleado en Italia cuando era gobernada por Berlusconi, “el demagogo oligárquico” (1).

La pregunta de dónde ha salido ese Moreno es, pues, pertinente.  Y, tres cuartos de lo mismo, vale inquirir si está sólo en esa concepción, si forma parte de algún sustrato policial insconstitucional (o contraconstitucional) submergido o parcialmente aflorado. La cosa no es baladí porque hasta ahora no se ha sido lo suficientemente contundente con que en los alrededores de la corrupción, lo peor es la arbitrariedad de aquellos altos funcionarios que toman decisiones arbitrarias.

Digamos, por lo tanto, que las palabras de ese Moreno atentan –no ya a la calidad de la democracia, que también--  sino al carácter mismo, fundante, de la democracia. Y por ahí no debe darse ningún cuartelillo.   


(1) Véase Michelangelo BoveroContro il geverno dei peggiori, Laterza (2000). 


 Postdata. Me informa La Directa que:  Antonio Moreno Piquer, cap de la policia espanyola al País Valencià, féu ahir unes declaracions que causaren sorpresa i indignació, car tractà els estudiants que es manifestaven d'enemics. Segons el setmanari Directa, Moreno Piquer mai no ha amagat l'afinitat amb José Luis Roberto, cap ultradretà del grupuscle España 2000, un dels responsables de l'associació de proxenetes més gran de l'estat espanyol i president de l'empresa Levantina de Seguridad.

Moreno ha signat cartes d'agraïment a Levantina per algunes accions pretesament meritòries d'agents de seguretat privada. I va presidir, el 5 de maig de 2009, el lliurament d'onze diplomes a guardes de seguretat que treballen a les ordres de Roberto agraint-los la seva tasca professional.



El cap de la policia de València fou nomenat el 30 de juliol de 2008. La seva carrera professional va començar a la Brigada Provincial d'Informació de València, però l'any 1997 fou destinat a Galícia, com a responsable de la Brigada de Seguretat Ciutadana de la Corunya. El seu superior jeràrquic, Carlos Rubio, el va tornar a reclamar a València com a número dos, on fou nomenat cap superior de policia el 2007. I quan Rubio passà a la Direcció Superior de Madrid va deixar lliure la plaça de València, que fou ocupada per Moreno. 



viernes, 17 de febrero de 2012

PUES CLARO QUE SE TRATA DE PODERES

El otro día Mariano Termidor declaró a los medios de difusión, sobre chispa más o menos, lo siguiente: los sindicatos están enfadados porque la reforma les quita poder en la negociación colectiva, en los expedientes de crisis, etc.  

Comoquiera que las organizaciones empresariales no se han quejado –es más, han aplaudido la contra reforma— habrá que convenir que ésta no es “equilibrada” como sostiene la ministra de trabajo y, en cambio, sí es “agresiva” como afirma el ministro Guindos. Pero, además, las palabras de Mariano Termidor nos llevan a una suposición de mayor calado. Por lo menos, el sindicalismo protesta con vehemencia cuando, desde el gobierno –invadiendo materias indecidibles para cualquier gobernante o institución, según declara Norberto Bobbio—arremete contra el poder sindical, esto es, derechos e instrumentos de control. No hace como los gobernantes que, zarandeados por los poderes económicos, se achanta y arrodilla. Es decir, cuando desde fuera del Estado los mercados –la espuma de las multinacionales, según Chomsky--  sustraen poder a los gobiernos, éstos, por lo general gustosamente, callan y bajan la cerviz. O lo que es lo mismo: los poderes corporativos agraden sistemáticamente el “interés general”  sin que los gobiernos digan esta boca es mía.  

No vayamos con zarandajas nosotros: pues claro que el problema central es una lucha de poderes. Como ha sido siempre, faltaría más. De poderes: derechos e instrumentos. Es el único lenguaje que entiende doña Correlación de Fuerzas


sábado, 11 de febrero de 2012

LA GUILLOTINA DE MARIANO TERMIDOR

Mariano Termidor ha cambiado las reglas del juego y el campo de juego de manera unilateral.  Se ha consumado la contrarreforma laboral más agresiva desde 1977, justamente la que querían los hombres de Lehman Brothers en España, la que venía exigiendo desde hace años el Círculo de Empresarios con Claudio Boada a la cabeza.. En todo caso alerto: tampoco colmará los deseos de los poderes salvajes que, en menos que canta un gallo, volverán a insistir en la copla de “¡más madera!”.

La intención de esta guillotina tiene dos caras inseparables: una, la desforestación de derechos y la eliminación de instrumentos; otra, la marcha hacia una democracia autoritaria, donde los derechos sociales, cada vez más pálidos, serían un perifollo para no dar que hablar más de lo necesario. Unos derechos sociales que, así las cosas, se conciben como límites imsoportables del poder empresarial y no como substancia de la democracia.

A estas alturas, el poder negocial del sindicalismo ya no era tolerable, precisamente porque, a pesar de sus limitaciones, interfería en la discrecionalidad de la ultraderecha económica y de la política termidoriana. En esa tesitura era preciso arruinar los instrumentos de la concertación social y el carácter del convenio sectorial. Es la democracia que impone, no aquella que delibera, y por eso es autoritaria. Que se impone pro domo business hacia un estado benefactor empresarial. Así pues, se ha abierto algo más que una cesura con la democracia liberal.  Lo que se ha abierto, tiempo hace, es un proceso "deconstituyente" (según la expresión de Luigi Ferrajoli) de vaciamiento de la democracia política (1).  

Voces autorizadas dirán qué es menester poner en marcha para contrarrestar este tornado. A mi juicio lo más urgente de la respuesta es la vertebración de un potente movimiento unitario, social y político, capaz de evitar la consolidación de este desmán antidemocrático.




(1) Luigi FerrajoliPoderes salvajes. La crisis de la democracia constitucional (Trotta, 2011)

jueves, 2 de febrero de 2012

EL ESTATUTO DE LOS LECTORES Y LAS MANIFESTACIONES DE AYER

Algunos redactores de noticias son, por lo general, de letras. De ahí que debamos disculparles el límite de sus conocimientos que se agotan en las decenas de miles, en este caso de personas. En todo caso, hay quien afirma que se trata de las obligaciones que impone el libro de estilo que, según parece, también muestra su desconocimiento de la serie natural de los números. Sea como fuere parece obligado reclamar que, sin ser un lince en las disciplinas de ciencias, los números enteros van un poco más allá de las decenas de miles. Lo prueba, por ejemplo, el hecho de que determinadas fortunas (incluso españolas) ascienden a millones y millones de euros.  No parece tampoco que responsables político-administrativos sean duchos en la cosa de la aritmética, porque también los centenares de miles (de personas) están al margen de sus saberes, aunque no de la cuantía de los centenares de miles (de euros) de su nómina. Otros, por lo demás, sufren tortícolis arítmética: saben almacenar una millonada gracias a su reconocida cleptocracia compulsiva, pero en el caso de contar las personas de las Cincuenta y siete ciudades se quedan a la Luna de Valencia.

Todo ello pone en tela de juicio la calaña de los poderes mediáticos. De ahí que me pregunte, ¿no ha llegado el momento de establecer una serie de garantías concretas para que el lector (y lectora, por supuesto) reciban una información ponderada y, al menos, aproximadamente fiable? Nuestro amigo Enzo Marzo plantea, en ese sentido, la aprobación de un Estatuto de los lectores en su doble vertiente de ciudadanos y consumidores (1).  Hablando en plata: la información como componente necesaria y constitutiva de la democracia.  

En fin, si ayer sólo hubo decenas de miles de personas en las calles de las Cincuenta y siete ciudades rechazando la contra reforma laboral, ¡que vengan Dios padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo y lo vean!


(1) Enzo Marzo es también autor de un libro, Le voci dei padroni  



viernes, 27 de enero de 2012

ELENA VALENCIANO

En puertas de que la ciudad del trabajo y sus amistades se echaran a la calle el pasado día 19, Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, afirmó desparpajadamente que las protestas no ayudan a que en el exterior se confíe en España (1).  Primera consideración, seguramente no querida por Valenciano: los millones de personas de carne y hueso que recibieron hace meses los hachazos de la motosierra y, ahora más todavía, al no resignarse a lo uno y lo otro (especialmente en estos momentos) trasladamos al exterior una mala imagen. Por lo demás, Valenciano no dice nada acerca de cómo deben reaccionar esos millones de personas que –antes estaban agredidos y ahora lo son más todavía--  ante lo que les está cayendo. Por supuesto, para compensar la idea propone a Rajoy que dialogue, que pacte con ellos. Pero en la Torre del Homenaje, al margen del común de los mortales. Una propuesta que, por sus características, se hace como si estuviéramos en una situación normalizada, y no excepcional.

Segunda consideración: el común de los mortales no debió considerar adecuadas las palabras de Valenciano –¡hay que ver los esfuerzos que tiene que hacer uno para no trasladar medio kilo de ira al ciberespacio!--  y puso el músculo (que no duerme) en movimiento. Como quien no acepta que la política se haga sólo en un único lugar y por arriba.

Empiezo a pensar que en el PSOE existen varias crisis superpuestas: una, de posición en esta fase que no es un momento de normalización; dos, de proyecto capaz de abrir unas pistas de cómo salir de esta situación; y tres (que puede ser la primera) de liderazgo. Que, en esta situación anormal, es un elemento de primer orden en el escenario político español.  De ahí que la pregunta podría ser: ¿durante cuánto tiempo tendrán los socialistas la imaginación descansando?

Tercera consideración: ¿cómo entender que la ciudad del trabajo y sus amistades estaban el día 19 en la calle de manera oceánica y las difusas planas mayores del socialismo español estaban en su lugar descansen?  

Cuarta consideración: ¿no tienen los socialistas algún recambio que pueda decir algo con pies y cabeza, que pueda hacer algo útil en estos momentos? Y digo yo: ¿por qué no sacan del archivo a Josep Borrell?







domingo, 22 de enero de 2012

DEL FORDISMO AL TURBOCAPITALISMO

Se inicia con esta entrada una saga de ejercicios de redacción que servirán de base para el debate sobre “La ética de los empresarios y el mundo del trabajo” que tendrá lugar el 15 de febrero con motivo de la representación de Quitt, los irresponsables están en vías de extinción, e la pieza teatral de Peter Handke en el Lliure de Barcelona (*).  

Primer tranco

Todos hemos oído hablar del vínculo que estableció Max Weber entre ética calvinista y ética empresarial.  Lo que no se ha dicho –o al menos yo no lo he sentido--  es que la ética calvinista es incompatible (y represora de la) tolerancia. Los objetivos del empresario (y más concretamente del capitalismo) fueron expresados sin protocolo alguno por Milton Friedman en su artículo en 1970 en el New York Times Magazine: “obtener los mayores beneficios posibles”. Por supuesto, no es la única personalidad que ha hablado en esos tonos; lo traemos a colación porque esa literatura aparece en un momento clave: cuando, según las apariencias, el sistema ha perdido mordiente.  Era aquella, todavía, una época de esplendor del fordismo, el sistema empresarial y de vida que connotó profundamente el siglo XX. Hoy –y para nuestra reflexión de hoy— vale la pena decir que el sistema fordista es ya tendencialmente pura chatarra. Y, en aras a la contundencia, podemos decir que la granempresa fordista ha pasado a mejor vida y, más todavía, ha sido derrotada –o, si lo prefieren, substituida— por los nuevos capitales especulativos. Ahora bien, esa derrota o substitución mantiene la tradicional ética empresarial: obtener los mayores beneficios posibles en esta fase de innovación-reestrcuturación de los grandes capitales en un mundo global cuyo objetivo, en mi opinión, es la generación de una nueva fase de acumulación capitalista.  

En todo caso sería conveniente observar los principales rasgos de la ética de la granempresa, que se han hecho más visibles en la última fase del fordismo, y que en buena medida se están consolidando en los tiempos de hoy. De un lado, se ha acentuado el proceso de autolegitimación de la empresa y, de otro lado, los capitales se han ido extraterritorializando. En cierto modo ambas cosas han conducido a unos capitales autistas. Esto es, sin ninguna vinculación al territorio y a la sociedad. Lejos están aquellos tiempos en que, por poner un ejemplo local, la burguesía catalana propició importantes aventuras culturales cuya expresión más llamativa fue la construcción del Palau de la Música (1905 – 1908).  

La autolegitimación de la empresa ha conducido a su autorreferencialidad. Así pues, su ética no tiene vínculos y compatibilidades con la sociedad. Ella misma se corona como sistema en una especie de Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como.  Por lo tanto, desde esa óptica, sobran los poderes y controles que, aunque siempre insuficientes, podrían condicionar y parcialmente interferir a la granempresa. Esta es una primera consideración con respecto a la fase anterior, el fordismo. En efecto, a lo largo del pasado siglo, el fordismo se vio abocado a ceder (siempre de mala gana y tolerándolo en clave de fastidio) una parte de su hegemonía gracias a las acciones de los movimientos sindicales y de las izquierdas, muy concretamente tras la segunda posguerra.  En ese contexto se produjeron significativas conquistas sociales en derechos (bienes democráticos, en acertada expresión de Gerardo Pisarello) y en espacios de intervención de las izquierdas sociales y políticas con la construcción itinerante del Estado del Bienestar (welfare state).  

Segundo tranco

La autolegitimación y autorreferencialidad del sistema explican la ruptura de los vínculos de la empresa con la sociedad. Una y otra han acentuado, todavía más, el carácter ademocrático de la empresa, que ha sido visto por un agudo Umberto Romagnoli de la siguiente manera: “ … en la empresa no existe la posibilidad de un cambio de roles, gobierno y oposición permanecen siempre fijos”. Y en ese clavo remacha Antonio Baylos: “poder sin alternativa, contrapoder que nunca puede substituirlo” [Derecho del trabajo, modelo para armar. Trotta, 1991] Hablando en plata: la ética empresarial se autolegitima y autorreferencia sin aceptar alternativa alguna. Excepto, claro está, la interferencia del ejercicio del conflicto social que pone en entredicho no el uso del poder empresarial sino el abuso.    


Hasta tal punto ha llegado dicha ruptura de los vínculos con la sociedad –una de sus expresiones más generalizadas lacerantes es la corrupción generalizada-- se concreta en que el sistema es indiferente a sus propios fracasos, siempre justificados con la contundencia de una serie de nuevos lenguajes mixtificadores, toscos o sofisticados, que han sido copiados ad nauseam por la gramática política. Indiferente a sus propios fracasos, hemos dicho. Todas las recetas que ha ofrecido el neoliberalismo han llevado a considerables estropicios que dejaron países enteros en condiciones aún peores; y, sin embargo, se mantiene el mismo menú y el mismo argumentario. Lo más llamativo es que se sigue planteando la misma profilaxis que llevó a la crisis el año 2008. Aunque, aprovechando la ocasión, se apunta contra los derechos de una manera que parece desempolvar la famosa frase de Odilón Barrot: La legalite nous tue". De ahí los intentos de laminación, por ejemplo, del Derecho del trabajo y su traslado al iusprivatismo. De ahí la intentona de desforestación del welfare (de sus poderes, controles y recursos) hacia el mundo de los negocios que se autolegitiman y autorreferencian. Barrot es, así las cosas, la panacea, el bálsamo de Fierabrás. Y para lo que nos ocupa, la ética del sistema-business.  Que insiste machaconamente en ampliar desbocadamente las privatizaciones hasta límites paroxísticos, por ejemplo.     

La ética capitalista se propuso, a partir de los años ochenta, no tanto influir en la política sino hacer de ella su exclusiva prótesis, es decir, un sujeto cooptado. Parodiando el viejo dicho escolástico la filosofía de la política se convirtió en la criada de la teología del sistema. Y para decirlo con cierta contundencia:  la política instalada ya no es el partido-amigo del sistema-business sino su (agradecido) correveidile. De manera que no es exagerado afirmar que, así las cosas, las democracias han sido puestas en crisis por el sistema capitalista en su actual expresión que son los (llamados pacatamente) mercados financieros, que Chomsky calificó como “la espuma de las multinacionales”.  Una crisis que no es contingente sino de largo recorrido. Que, además, es vista –como diría Bruno Trentin de manera educada—distraídamente por la izquierda política. En resumidas cuentas, no es una exageración afirmar que los mercados mandan y los gobiernos gestionan dichos dictados.

Por otra parte el sistema capitalista, que no sólo ha cooptado a la política, se mueve como Pedro por su casa en esos amplios territorios de la globalización, favorecido por la ausencia de instituciones políticas globales al tiempo que no respeta ni siquiera aquellos organismos en los que está formalmente representado como, por ejemplo, la Organización  Internacional del Trabajo. Así que, yendo por lo derecho: ya no estamos ante una ética local o nacional del capitalismo sino global. De una globalización esencialmente triádica, situada en los tres grandes núcleos que dominan la economía mundial: Norteamérica, Europa occidental y el Sudeste asiático. Lo que provoca una catastrófica ruptura del planeta entre esos tres focos cada vez más integrados y el resto de los países, especialmente los del África negra, cuyas poblaciones, de un lado, son cada vez más pobres, marginadas y excluidas; y, de otro lado, sojuzgadas por sus propias (macabras) élites locales en dependiente connivencia con los grandes capitales globales. Algo muy parecido a la descripción que se puede ver en 'El sueño de Celta',  la última novela de Mario Vargas Llosa.  De aquel universo, así en las metrópolis como en aquellas tierras de las que habla Vargas, salió la gigantesca acumulación de capital en el siglo XIX. De aquella ética que no aceptaba alternativas surgió el gran desmán, que hogaño quiere reeditarse plenamente.

Y hoy, igual que ayer, estamos ante la violencia del poder privado empresarial tal como ha sido visto por Antonio Baylos y Joaquín Pérez Rey en su ya famoso libro (1). Según Valeriano Gómez y Luís Martínez Noval  desde 2002 se han realizado siete millones de despidos,  el 60%, mediante despido exprés  en España (2). Lo que me lleva a insinuar algo que me ronda la cabeza de un tiempo a esta parte: el Estado ya no tiene el monopolio de la violencia. Hoy se trata de un duopolio: el del Estado y el del poder privado.    


Tercer tranco


Salir gradualmente de esta situación es tarea realmente difícil, pero no existe maldición determinista alguna que lo actual se perpetuará por los siglos de los siglos. La ética del turbocapitalismo no es algo definitivamente dado. La cuestión radica en la voluntad política en salir de esta fase participando en ese itinerario de largo recorrido el mayor número de coaligados, de buenas compañías en ese viaje. Hay que plantar cara al   mundo de las finanzas, “ese sistema que no tiene nombre ni cara, no será jamás candidato y no será elegido, y sin embargo, gobierna”, ha dicho François Hollande –no sabemos si desde la ética electoral o desde la ética de esa convicción--  en su reciente mitin en Le Bourget. Es más, ha prometido que para “controlar las finanzas” aprobará una nueva ley que obligará a los bancos “a separar sus negocios de especulación y crédito” y “prohibirá pura y simplemente los productos financieros sin relación con las necesidades de la economía real”. La norma establecerá un marco legal para las opciones por acciones y los bonus en los salarios de los directivos de las compañías financieras. Veamos como queda este Juramento de Santa Gadea: tiempo al tiempo. Ahora bien, algo similar, por ejemplo, podría acordarse en el próximo congreso del PSOE.

Este no es el momento para situar un proyecto alternativo porque desbordaríamos el carácter de este debate y, sobre todo, porque el tiempo de intervención no lo permite. Pero, a falta de ello, me parece conveniente proponer unos prerrequisitos para encarar con aproximada solvencia enfrentarse a lo que está sucediendo.

De un lado, estimo que las izquierdas deben abrir un nuevo capítulo y, de otro lado, también los movimientos sociales –empezando por el sindicalismo confederal--  reflexionar atentamente de qué manera encarar la situación.

A mi juicio, las izquierdas políticas deberían plantearse unos elementos mínimos de visible unidad de acción. No se está planteando el desdibujamiento de la identidad de unos y otros, sino simplemente la procura de un mínimo común denominador, verificado de tiempo en tiempo. Esto es, saber qué zonas de intersección, por mínimas que sean, comparten. Sin ir más lejos: a) en el terreno de la reforma de la política y su vinculación con la regeneración de la democracia, b) la revaloración social del trabajo.  Se trataría de un acercamiento de las izquierdas, enterrando la fatídica sentencia medieval mors tua vita mea.  Que traducido libremente viene a decir: tu derrota es mi triunfo. También, como se ha dicho, es el momento de los movimientos sociales como elementos de acción colectiva comprometida cotidianamente en la solución de una serie de problemas generales y particulares. Y, ¿por qué no?, es el momento de discernir hasta qué punto las izquierdas políticas y los movimientos pueden, a su vez, compartir diversamente una serie de planteamientos de regeneración de la democracia. 

Desde ahí, me permito indicar, sintéticamente, otro prerrequisito: que todo lo que se mueve en el escenario político y social salga definitavemente de su particular autarquía y ensimismamiento en el Estado-nación y ser –programática y organizativamente— sujeto activamente global. La actual personalidad de todo lo que se mueve es tendencialmente irrelevante para encarar los enormes desafíos de nuestros días.

Como diría aquel, tenemos un problema: el neoliberalismo tiene un proyecto no contingente, sino inmanente mientras que las izquierdas vamos a salto de mata. Si el sistema-business, según François Holland, es quien gobierna parece claro que los grandes perjudicados son quienes no están en la órbita, directamente o como clientes, de esa ética. La pregunta es: ¿es posible enfrentarse a esa situación en forma de desordenado tropel? Yo creo que no. Es más, yendo en tropel nos alejamos de la afirmación de Handke: los irresponsables están en vías de extinción, y nos acercaríamos desgraciadamente a lo que dijo Federico Caffé, a saber, los irresponsables tienen los siglos contados.    


 (*) Finalmente no pude asistir a este debate.