martes, 9 de agosto de 2011

FAUSTO COPPI Y PÉREZ GARZÓN

O lo soñé o fue un sucedido tan real como la vida misma. No estoy seguro. Pero si no ocurrió, que nunca se sabe, pudo ser verdad.En mi niñez santaferina teníamos un ídolo. Era José Pérez Garzón, un ciclista como la copa de un pino: ganó siete veces la competida Copa de la Vega de Vega de Granada. Para nosotros era más que Ramallets, Zarra y Kubala. Por eso le llamábamos don José. Decirle José hubiera sido una falta de respeto. Hasta aquí la certeza.Pero la memoria se me nubla cuando me vienen a la cabeza los acontecimientos de la Vuelta ciclista a España en 1957. Don José ganó la etapa de Utiel (Valencia). Santaferinamente austero subió al podio, saludó al personal y recibió, casi turbado, las ovaciones del público. Me acerqué a la estrella y, gritando, le dije: “don José, soy el niño de Pepelópez, el sobrino del maestro Ferino”. La estrella reaccionó como cabe en estos acontecimientos: “Me cago en la bizca, Pepe Luís”. Y mi ídolo me presentó a gente importante: a Loroño, Bernardo Ruiz y otros más. Después me llevó a un coche --un haiga, hubiéramos dicho en la Vega— y me dijo: “Aquí tienes al maestro”. Y yo: “Aivá, si es Fausto Coppi”.Así habló Coppi: “Mira, don José. Este es el dinero que hemos podido recoger Gino Bartali y yo para los presos políticos antrifranquistas. Cuando llegues a Maracena se lo entregas a Pepe Cid de la Rosa para que lo haga llegar donde todos sabemos”. Pérez Garzón cogió el sobre y me dijo: “Tú, chitón”.

lunes, 8 de agosto de 2011

LA INSÓLITA GRAMÁTICA DEL PODER


Dos personalidades de prestigio (Javier Solana y Daniel Inneraty) escriben al alimón un artículo que paso a comentar de refilón: La nueva gramática del poder. El incipit de dicho trabajo dice: “Las principales preocupaciones de la humanidad hoy no son tanto males concretos como amenazas indeterminadas. No estamos preocupados por peligros visibles, sino por peligros vagos que podrían golpear en el momento menos esperado –y contra los cuales no estamos suficientemente protegidos”. 


Ese arranque, como el conjunto del artículo, me ha provocado una cierta comezón: ¿se trata de las principales preocupaciones de la humanidad, según los autores? ¿o se trata de los principales problemas que tiene la humanidad en tanto que tal? ¿el “no estamos preocupados” se refiere a los articulistas o al nosotros global de los trescientos sesenta subpuntos cardinales del planeta? 


No quiero ser pejiguera, ¿pero los millones de personas afectadas por las hambrunas y guerras en varios continentes se encuentran ante peligros vagos que pueden golpearlos en el momento menos esperado? Y, aquí en nuestros horizontes menos lejanos: ¿los millones de personas que viven bajo en condiciones infrahumanas, los que han perdido el trabajo, los que no pueden pagar la hipoteca, los desahuciados por una justicia inmisericorde, quienes no pueden llegar a final de semana o del mes, y no sigo para no ponerme colérico con los articulistas, no se encuentran ante peligros visibles? 


No puede, ni debe decirse que Solana e Inneraty desconozcan estos dramas, ni tampoco que ignoren la ordenación de la sintaxis. Así pues, ¿se trata de distracciones de fondo o simplemente formales del lenguaje escrito? De Solana, siempre involucrado en los problemas de las alturas, podría esperarse esta tortícolis, pero no de Daniel Inneraty. El primero, que siempre ha viajado por los firmamentos, puede tener una explicación; pero no el segundo, que acostumbra a coger el autobús. Ahora bien, cabe otra hipótesis: que un servidor sea excesivamente quisquilloso y, cargado de años, quiera buscarle los cinco pies al gato. En esta tesitura es claro que el dúo de la gramática del poder no propone reflexiones homeopáticas sino de un tenor que … de un tenor que … de un tenor que no sabría definir. 

domingo, 7 de agosto de 2011

LA MILITANCIA COMUNISTA DE PAUSTO COPPI

En Antagonismi da dopoguerra tiene el fatigado lector cumplida referencia de la militancia antifascista de los dos grandes astros del ciclismo mundial durante los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado: Fausto Coppi y Gino Bartali. Coppi con su abierta militancia en el Partido Comunista Italiano y Bartali desde su declarada adhesión a la Democracia Cristiana. Ambos dieron destacadas pruebas durante la resistencia contra Mussolini y los ocupantes nazis. Ello me dio pié a imaginar un relato en FAUSTO COPPI Y JOSÉ PÉREZ GARZÓN.Cuando yo era niño chico no sabía, como es natural, las democráticas andanzas de los dos grandes ciclistas italianos. Ahora me culpo de haber propalado por la Vega de Granada toda clase de infundios contra Gino Bartali, al que Pepelópez, mi progenitor, admiraba. Por ejemplo, un servidor aseguraba enfáticamente, sin tener ningún dato al respecto, que Bartali era un cagamandurrias para contrarrestar la propaganda de Pepelópez. También dije, con la imaginación del sectario en flor, que Bartali hacia trampas y que se había puesto un motorcillo en la bicicleta. Para rematar que Bartali no le llegaba a las zapatillas de Coppi, que siempre iba por delante.Pero llegó un momento en que Pepelópez y yo hicimos las paces: el beaterio y el beaterío locales empezaron a poner verde a Fausto Coppi. Resulta que el bribón de Pío Doce casi excomulga al campionessimo porque se enteró de que tenía relaciones con una señora (a quien conocíamos en Santa Fe como la Dama Blanca) que estaba casada con otro. Mi padre, contra la reacción de la clerigalla, reaccionó con un “vaya cutes que tiene Coppi”. Ante esa muestra de cariño no tuve más remedio que reconciliarme, en los aspectos ciclistas, con mi padre. Y, como prueba de ello, empecé –sin dejar de militar en Coppi— a difundir que Bartali era fenomenal.Y casi lloramos cuando nos enteramos de que, subiendo una pendiente, Fausto Coppi, al ver que al rival se le había terminado el agua, le tendió el botellín y le dijo: “Toma Gino, bebe”. Y, tras ello, empecé a urdir leyendas favorables a los dos. Que conste, yo siempre desde el bando de Coppi. Por ejemplo, la solidaria relación de ambos ciclistas con nuestro José Pérez Garzón. Del que, al final, iba explicando que, cuando le llevó la recolecta para los presos políticos españoles a José Cid de la Rosa, la obligada contraseña clandestina fue: “Seno al cuadrado de x más coseno al cuadrado de x es igual a Uno”. La respuesta de Pepe Cid fue la convenida: “Ni más, ni menos”. Cuando se separaron, el primero dijo: “Me cago en la bizca, pero si es Pepe Cid de la Rosa”. Y éste: “Pero si era Pérez Garzón. No sé a qué venía tanto misterio”. La leyenda concreta que la cita fue en el Bar Chiquilín, regentado por la familia Rodríguez Alconchel.

jueves, 4 de agosto de 2011

EL COMPROMISO COMUNISTA DE FAUSTO COPPI

En Antagonismi da dopoguerra tiene el fatigado lector cumplida referencia de la militancia antifascista de los dos grandes astros del ciclismo mundial durante los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado: Fausto Coppi y Gino Bartali. Coppi con su abierta militancia en el Partido Comunista Italiano y Bartali desde su declarada adhesión a la Democracia Cristiana. Ambos dieron destacadas pruebas durante la resistencia contra Mussolini y los ocupantes nazis. Ello me dio pié a imaginar un relato en FAUSTO COPPI Y JOSÉ PÉREZ GARZÓN.Cuando yo era niño chico no sabía, como es natural, las democráticas andanzas de los dos grandes ciclistas italianos. Ahora me culpo de haber propalado por la Vega de Granada toda clase de infundios contra Gino Bartali, al que Pepelópez, mi progenitor, admiraba. Por ejemplo, un servidor aseguraba enfáticamente, sin tener ningún dato al respecto, que Bartali era un cagamandurrias para contrarrestar la propaganda de Pepelópez. También dije, con la imaginación del sectario en flor, que Bartali hacia trampas y que se había puesto un motorcillo en la bicicleta. Para rematar que Bartali no le llegaba a las zapatillas de Coppi, que siempre iba por delante.Pero llegó un momento en que Pepelópez y yo hicimos las paces: el beaterio y el beaterío locales empezaron a poner verde a Fausto Coppi. Resulta que el bribón de Pío Doce casi excomulga al campionessimo porque se enteró de que tenía relaciones con una señora (a quien conocíamos en Santa Fe como la Dama Blanca) que estaba casada con otro. Mi padre, contra la reacción de la clerigalla, reaccionó con un “vaya cutes que tiene Coppi”. Ante esa muestra de cariño no tuve más remedio que reconciliarme, en los aspectos ciclistas, con mi padre. Y, como prueba de ello, empecé –sin dejar de militar en Coppi— a difundir que Bartali era fenomenal.Y casi lloramos cuando nos enteramos de que, subiendo una pendiente, Fausto Coppi, al ver que al rival se le había terminado el agua, le tendió el botellín y le dijo: “Toma Gino, bebe”. Y, tras ello, empecé a urdir leyendas favorables a los dos. Que conste, yo siempre desde el bando de Coppi. Por ejemplo, la solidaria relación de ambos ciclistas con nuestro José Pérez Garzón. Del que, al final, iba explicando que, cuando le llevó la recolecta para los presos políticos españoles a José Cid de la Rosa, la obligada contraseña clandestina fue: “Seno al cuadrado de x más coseno al cuadrado de x es igual a Uno”. La respuesta de Pepe Cid fue la convenida: “Ni más, ni menos”. Cuando se separaron, el primero dijo: “Me cago en la bizca, pero si es Pepe Cid de la Rosa”. Y éste: “Pero si era Pérez Garzón. No sé a qué venía tanto misterio”. La leyenda concreta que la cita fue en el Bar Chiquilín, regentado por la familia Rodríguez Alconchel.

ECHEMOS UNA MANO AL SINDICALISMO INDEPENDIENTE DE CHINA

22 de Octubre de 2007





Ayer finalizó --se supone que a bombo y platillo— el encuentro del Gran sandedrín, perdón: el Congreso del partido comunista chino. Más allá de las pugnas internas por el poder del aparato (o, si se prefiere, del Estado) en lo que se refiere al pluralismo político no hay nada nuevo bajo el sol. O, por mejor decir: naranjas de la China. La paradoja es que, en Occidente, nadie dirá esta boca es mía. No es cosa de provocar al gigante. Por lo demás, el mundo de la empresa trasnacional seguirá encantada de la vida (al menos por ahora) pues le interesa que en aquel gran país las cosas se muevan lo menos posible. Porque se si se abre un postigo de la ventanilla, las cosas acaban desmadrando democráticamente. Ni siquiera un airecillo de reforma de la cuestión sindical... Porque se les da a los trabajadores la mano y acaban tomándose todo el brazo. Se trata de lógica, claro. De un lado, la lógica del partido: si éste se autolegitima como `vanguardia del proletariado´, los sindicatos no pintan una oblea; deben seguir siendo el capataz-mayordomo el partido-Estado. De otro lado, la lógica del Estado: no hay que provocar a las compañías multinacionales. La primera lógica recuerda los planteamientos del ingeniero Taylor: si la organización del trabajo que yo diseño es científica, los sindicatos ¿qué pintan los sindicatos ahí? La segunda lógica mama sus fuentes en la historia de los Estados que han sido y son, aunque no sabemos (todavía) si serán. Pero ambas lógicas tienen la consistencia de los vuelos gallináceos. Y, como la propia evolución histórica enseña, tienen poco futuro (1). Tardará poco o mucho, pero la consolidación de los protomovimientos sindicales de base, que ya actúan, está cantada. Les costará, dios y ayuda, pero terminarán creando y desarrollando un auténtico movimiento sindical democrático. Las bases de ello (y algunas paredes maestras) están ya puestas. Tiempo al tiempo. Porque no es posible que pueda ir en paralelo, durante mucho tiempo, un desarrollo hipercapitalista (un ajilismójiles de hoz y martillo y planteamientos megaliberales) sin un contrapoder de, primero, autodefensa y, después, de organizada alteridad en el mundo del trabajo asalariado. Ahora bien, que empiecen a moverse los instrumentos de autodefensa de los trabajadores chinos es importante, pero su desarrollo dependerá también de la solidaridad explícita del movimiento sindical mundial. Me imagino al sindicato mundial (la CSI) ayudando a esos movimientos de base. Todos los esfuerzos en apoyarles, incluso financieramente, serán pocos. Desde luego, algo se está moviendo con diligencia: las reuniones –en la mismísima China— entre los dirigentes sindicales occidentales y los representantes reales de los trabajadores chinos de las empresas multinacionales que allí están instalados. Y, también supongo, que los sindicalistas españoles les contarán a los oficialistas del sindicalismo próxeno chino lo que ocurrió en España con los verticalistas de la estructura franquista. O sea, que no serán complacientes en el caso de que los oficialistas (los capataces-mayordomos) exhiban una variante de multiculturalismo sindical que debe respetarse. ¿Verdad que se me entiende lo que digo y lo que quiero decir? Digamos con claridad que el sindicalismo ancilar fue también una creación europea: la que pusieron en marcha los partidos socialistas, socialdemócratas, comunistas y democrata-cristianos. Tengo por cierto que estos sindicatos oficialistas son incapaces del todo para abordar el gran problema de la mejora de las condiciones de vida, las enormes desigualdades que existen (las viejas y las nuevas), la descohesión social... El presente necesita un sindicalismo democrático en China. Como se ha dicho, en parte ya lo tiene; y, aunque reprimido, está sacando pecho y lo que es más importante: es un sujeto interior en los centros de trabajo. Hay que echarles algo más que una mano. Por razones de pluralismo y defensa de las prácticas democráticas. Y, ¿habrá que insinuarlo?, porque nos conviene a nosotros mismos.





(1) A propósito de vuelos gallináceos. Estábamos en Eslovenia, hace ya muchos años, Rafael Ribó y un servidor. En cierto encuentro con Milan Kucan, el presidente de aquella república (todavía estaba viva la Federación de Yugoeslalvia), se nos explicaba que iban a abrir el grifo para proceder a unas reformas en el campo de la economía, sólo de la economía. En un arranque de impertinencia por mi parte, posiblemente porque estábamos en la hora de los cafés y las copas, le dije: “Oig’ sté, si no abre la mano al pluralismo sindical y a las libertades políticas, no irá a ninguna parte”. Kuçan me miró y dijo: “Jamás, jamás de los jamases”. Seis meses más tarde se tragó el sapo, y según se dice lo acompañó con agua de litines. Tiempo al tiempo en la China, ná, ná.

martes, 2 de agosto de 2011

FAUSTO COPPI Y JOSÉ PÉREZ GARZÓN

O lo soñé o fue un sucedido tan real como la vida misma. No estoy seguro. Pero si no ocurrió, que nunca se sabe, pudo ser verdad.En mi niñez santaferina teníamos un ídolo. Era José Pérez Garzón, un ciclista como la copa de un pino: ganó siete veces la competida Copa de la Vega de Vega de Granada. Para nosotros era más que Ramallets, Zarra y Kubala. Por eso le llamábamos don José. Decirle José hubiera sido una falta de respeto. Hasta aquí la certeza.Pero la memoria se me nubla cuando me vienen a la cabeza los acontecimientos de la Vuelta ciclista a España en 1957. Don José ganó la etapa de Utiel (Valencia). Santaferinamente austero subió al podio, saludó al personal y recibió, casi turbado, las ovaciones del público. Me acerqué a la estrella y, gritando, le dije: “don José, soy el niño de Pepelópez, el sobrino del maestro Ferino”. La estrella reaccionó como cabe en estos acontecimientos: “Me cago en la bizca, Pepe Luís”. Y mi ídolo me presentó a gente importante: a Loroño, Bernardo Ruiz y otros más. Después me llevó a un coche --un haiga, hubiéramos dicho en la Vega— y me dijo: “Aquí tienes al maestro”. Y yo: “Aivá, si es Fausto Coppi”.Así habló Coppi: “Mira, don José. Este es el dinero que hemos podido recoger Gino Bartali y yo para los presos políticos antrifranquistas. Cuando llegues a Maracena se lo entregas a Pepe Cid de la Rosa para que lo haga llegar donde todos sabemos”. Pérez Garzón cogió el sobre y me dijo: “Tú, chitón”.

lunes, 1 de agosto de 2011

EL TURISTA QUE ASESINA

Aunque no con tanta gravedad como lo relatado por la noticia que se acaba de leer, lo cierto es que no son infrecuentes los sucesos que, en esta ocasión, han pasado en la ciudad de Lloret de Mar; un lugar en el que cada año ocurren escandaleras de mucha consideración. En esta ocasión se ha saldado desgraciadamente con la vida de un chaval de quince años que se interpuso para separar a los contendientes –también mocitos— de una riña nocturna.


Dígase con claridad: estas son las consecuencias de un modelo de turismo que voluntariamente se ha estructurado en la inmensa mayoría de los municipios costeros de España. Es, por tanto, el resultado de la coalescencia entre los equipos de gobierno municipales (de no importa su color político) y los chatos intereses de los operadores turísticos. En esta y otras ocasiones el protagonismo de la reyerta hayan sido jóvenes, pero ello es igualmente compartido por escuadrones de cuarentones y cincuentones, peterpanistas o no, que actúan con igual intensidad que los caballos de Atila, según reza la leyenda, real o inventada, de aquellos guerreros bajomedievales.


La mayoría de las autoridades municipales practican un descarado laissez faire, salpimentado con propósitos de hipócrita enmienda: al día siguiente, tras celebrar los requeridos minutos de silencio, se olvidan de lo dicho, porque el cálculo de los destrozos (las vidas humanas, entre otros) importan poco en el balance general de la temporada turística; la cofradía de los operadores turísticos sigue a pies juntillas la cazurra postura del “no sabe, no contesta”: son gajes del oficio, parecen decir en pequeño comité. Así pues, barra libre. “Barra libre” es la práctica de la mentada coalescencia. Otras autoridades, sin embargo, recogen el idiolecto de los sastres: tomar medidas. Pero ya desde Alessandro Manzini sabemos algunas cosas. Que a continuación se explican.


Si ustedes tuvieran el buen gusto de releer (y algunos de leer) “Los novios”, la magnífica novela de Alessandro Manzoni, caerían en la cuenta del comportamiento abúlico de algunas administraciones municipales. La novela arranca con un cuadro fantástico de un pueblo de los alrededores de Milán, en aquella época ocupada por los ejércitos españoles. La máxima autoridad ocupante decidió tomar cartas en el asunto de las tropelías que los truhanes (i bravi) hacían por aquella demarcación. Prohibió las actividades de estos matones a sueldo. Pero no llevó a cabo (o no quiso hacerlo a queriendas y sabiendas) ninguna actividad de represión. La cosa siguió igual. El mandamás español que siguió al anterior hizo lo mismo; los matones continuaban con sus fechorías. Y, tras cada cambio de autoridad, se sucedían bandos cada vez más enérgicos que dejaban la situación tan intacta como la anterior. Lo que no nos dice Manzoni –tal vez porque lo deja a discreción del entusiasmado lector— es si había o no coalescencia entre los bravos y la autoridad ocupante del (otrora llamado) Milanesado.

Queda dicho, el meollo está en el modelo de turismo que esencialmente sigue plenamente vigente desde tiempos antiguos. Todavía resuenan los claros clarines de un empresario-alcalde (o alcalde-empresario) de la muy noble ciudad de Calella (Barcelona) que afirmó desparpajadamente, hace años, que esas y otras situaciones eran, chispa más o menos, como los humos de las viejas fábricas industriales de antaño. No importa el nombre de este personaje, lo significativo es su modelo de turismo, vale decir, de hacer dinero. Compartido por sus semejantes en responsabilidades coalescentes entre política y dinero. ¿Están en lo que es?