martes, 28 de junio de 2011

HA SALIDO LA GACETA SINDICAL

Nota introductoria. Ya está en la calle el nuevo número de la Gaceta Sindical, la importante revista de Comisiones Obreras y, sin lugar a dudas, una de las más decisivas del sindicalismo europeo. Este nuevo número trata, según reza su título, de “sindicalismo, trabajo y democracia”, una tríada lo suficientemente llamativa como para leerla sosegadamente. Es más, tengo la intuición de que el representativo elenco de aportaciones insinúa los trazos gruesos de por dónde debe ir la acción colectiva organizada del movimiento de trabajadores: un movimiento que viene de muy atrás y que proyecta su acción para el presente y futuro.


Primero. Los cambios gigantescos que, desde el ecocentro de trabajo hasta el conjunto de la economía, de un lado; y, de otro, las discontinuidades que se han producido en los últimos meses –esto es, las putativas reformas laborales-- exigen, en mi parecer, que gradualmente el sindicalismo empiece a poner en marcha un gran proyecto de autorreforma. Entiendo que, en el referido número de la Gaceta, hay suficientes pistas para meterse en harina. Y, más en concreto, en la dirección que Toxo apuntaba en el discurso de clausura del último Congreso confederal de Comisiones Obreras.


Tres son los aspectos centrales que Toxo dejó sentado en aquel momento: 1) abordar la reforma de la representación del sindicalismo, 2) su afirmación de que “Ugt es algo más que un aliado” y, 3) la necesidad de que nuestro país se abriera un proceso de regeneración moral. Tres elementos que, a lo largo, de su mandato Toxo ha ido indicando de manera recurrente. Pero hay algo más: algunas de estas cuestiones las que han pasado, en las últimas semanas, a primer plano con los planteamientos del Movimiento 15 de Mayo. Poco importa ahora si el mensaje de Toxo ha calado en los acampados o bien este movimiento ha llegado a esas consideraciones –me refiero a la representación política y social y a la regeneración— por su cuenta. Eso ahora es lo de menos, lo que vale es que ambas demandas están, cada una por su lado y, de momento, sin confluencia explícita entre ellas, en la plaza pública. En todo caso, nadie puede ignorar que, desde hace (por lo menos) dos años, esa es una de las insignias de Comisiones Obreras: una organización que, como el conjunto del sindicalismo confederal, considera que su carácter contractual no es discrecional.


La reforma de la representación parte, creo yo, de algunas consideraciones que siguen siendo, no obstante, tradicionales (o, por mejor decir, clásicas): el sindicalismo no es –o no debería ser-- una mera asociación de afiliados, sino una organización de los componentes del trabajo asalariado, en todas sus tipologías y categorías. De ahí que, en lo que atañe a Comisiones Obreras, siempre ha considerado fundamental, con sus altos y sus bajos, que la relación con los trabajadores es un elemento distintivo de su constitución material. Lo que es más necesario que nunca dada la centralidad y la relegitimación de la empresa capitalista. Por eso –y otras razones que desbordarían el marco de este ejercicio de redacción— sostengo la necesidad de abordar urgentemente el problema de la representación dentro y fuera de los centros de trabajo. Urgentemente no quiere decir a locas, por supuesto. Una nueva representación capaz de conquistar los instrumentos cognitivos necesarios con la idea de acrecentar los derechos, instrumentos y poderes, de los trabajadores (junto a nuevas parcelas de ius-sindicalismo) en esta fase de innovación-reestructuración de los aparatos productivos y de servicios. De la economía toda. Y de esa manera despejar las paradojas que existen en la fase actual. De un lado, el sindicalismo es el colectivo que encuadra al mayor número de afiliados; de otro lado, a pesar de ello (y, en ocasiones, precisamente por ello) concita –no conviene esconderlo-- bolsas no irrelevantes de hostilidad. Tal vez, la madre del cordero está en que el sindicalismo que es eficaz en la tutela de la persona que trabaja, no es lo suficientemente eficaz en la transformación de las condiciones de trabajo. De modo que en ese binomio asimétrico de la “tutela-transformación” podría intervenir de manera más fecunda la nueva representación sindical, no como condición suficiente, aunque sí necesaria. Por supuesto, como hipótesis.


Segundo.


De las propuestas de Toxo acerca de la regeneración moral entiendo que ello sugiere una lectura emancipatoria de la democracia. De esta democracia envejecida porque no ha sabido (ni querido) ponerse al día tras los ataques de sus, en palabras de Alain Minc, zonas grises. Porque se ha enrocado en las oligarquías, viejas y nuevas, de la política instalada. Ahora bien, el planteamiento de la regeneración moral “de los demás” conllevaría la necesidad de proceder a amplias autorreformas en nuestra casa. Pero no insisto en ello porque algo he dicho en otras ocasiones al respecto.


Punto final. De una u otra forma esto es lo que he intentado relatar en mi trabajo, publicado por Gaceta, que la persona curiosa tiene a su disposición en: 
NO TENGAIS MIEDO A LO NUEVO

lunes, 20 de junio de 2011

ELOGIO DE UN REFORMISTA, CARLES NAVALES


La noticia de la muerte de Carles Navales nos ha dejado anonadados a sus amigos. Lo ha sido, en mi caso, particular por muchas razones: la más íntima es que el jueves mismo teníamos una comida apalabrada junto con nuestro buen amigo Manuel Gómez Acosta, una costumbre que, desde hace años, cumplíamos a rajatabla cada quince días. La otra razón es el compromiso que juntos hemos tenido desde mediados de los setenta por las libertades sindicales y democráticas. Y, finalmente, la cantidad de artículos que firmamos conjuntamente en la sección de Cataluña de El País.


Carles Navales, muy jovencísimo, fue el principal dirigente sindical de las luchas obreras del Baix Llobregat y, ya en libertad, el primer secretario general de CC.OO. de dicha comarca. Su talante negociador fue la principal característica de este singular reformista y, en gran medida, ésta fue la cultura que hizo impregnar al sindicalismo bajollobregatense. Recuerdo su temple en la acción colectiva, en las mesas de negociaciones y su pedagogía siempre al servicio de la unidad sindical.


Nuestro amigo fue, ante todo, el paradigma del trabajador catalán culto, sofisticado. Capaz de estar atento a las grandes transformaciones del trabajo y la sociedad a través de sus potentes conexiones con la fábrica y la cultura. Desde sus diversos puestos de responsabilidad impulsó iniciativas tan diversas como el teatro y el circo (fue uno de los más importantes promotores del Circo en Cornellà y en el Festival Internacional de Albacete), del cante jondo y del jazz, amante también del cine. Desde hace años dirigía la revista de pensamiento La factoría (primero en formato tradicional, después en digital) en la que escribieron plumas tan prestigiosas como Bruno Trentin, Jack Lang, Felipe González, Santiago Carrillo, Pietro Ingrao, Manuel Castells, Jordi Pujol y un largo etcétera. Una revista plural que se vanagloriaba de contar con un millón de visitas al año.


Me es imposible dar una breve reseña de los personajes que frecuentó: Tete Montoliú y el Gato Pérez, La Niña de la Puebla y Pepe Isbert, Genís Matabosch y Salvador Távora, amén de los principales dirigentes políticos de la transición española y catalana. Todo ello le propiciaba un conocimiento de las grandes corrientes sociales y culturales de nuestro tiempo. Lo dicho, era un personaje singular. Que escribía y hablaba de una manera sencilla, coloquial sobre los temas más candentes. Por ejemplo, de los temas de la inmigración que dominaba profundamente desde su condición de mediador en múltiples conflictos de convivencia.


De hecho su capacidad de intermediación –primero en las lides sindicales y después en el mundo de los movimientos migratorios-- fue de primer orden. Fue un buscador de consensos amplios que se tradujeron en utilidades para los sujetos a quienes representaba. Lo hacía desde su concepción de la izquierda tranquila, casi a modo de los fabianos ingleses. Y siempre con un suficiente punto de vista fundamentado, sin ninguna concesión a la galería.


Ha muerto con 58 años. A una edad tan temprana como lo fueron sus primeros andares en el sindicalismo y en la política.



He aquí el texto de la Oración Fúnebre que pronunció Manuel Gómez Acosta en el funeral de Carles Navales el domingo pasado en el Tanatorio de Cornellà de Llobregat.




Jueves 16 de junio a las cinco de la tarde…, después de una mañana de desasosiego y angustia, la voz de Gabriel con entereza pero con perceptible temblor, me sorprende y al mismo tiempo me confirma la sospecha que había temido, es como si un sexto sentido me hubiese transmitido la noticia que nunca hubiese querido escuchar: Carles ha mort


Cuarenta ocho horas después de la hora fatídica, se agolpan de forma desordenada en mi corazón, cerebro, hígado, sensaciones, sentimientos acerca de mi amigo Carles, el meu amic...


Recibo un e-mail de Arseni Gibert,”era inquiet, generós, sensible i honest, sovint sorprenentment brillant, a vegades poc pràctic..” , esto último lo hacía especialmente atractivo


José Luís López Bulla glosa su figura en “elogio de un reformista”, buscador y arquitecto de consensos, su capacidad de intermediación, su personalidad poliédrica y polifacética , su extraordinaria avidez por la generación y consumo de cultura con mayúscula, su profunda sensibilidad hacia los movimientos sociales, su rechazo a todo tipo de sectarismos,..


Añado de mi cosecha, su sonrisa perenne de niño travieso, su enorme inteligencia, su profundo sentido de la amistad, su cultura enciclopédica, su maravilloso mal genio, transgresor, rebelde, libre pensador, independiente y no partidista, demasiado inquieto para militar en organizaciones que recelan de los inquietos, solitario pero solidario, siempre me trató con la ternura de un hermano mayor, sentía como que me protegía, acudí siempre a él cuando no entendía qué estaba ocurriendo , ni como actuaban los “nuestros”, intentaba calmar mi perplejidad, ponía sabiduría a mi ingenuidad.


Precoz en todo, autor de cortometrajes, cineasta a los 16 años (su gran vocación frustrada), periodista y dirigente sindical a los 19 , a los 20 encarcelado, detenido y torturado durante la siniestra noche del franquismo, un verdadero quebradero de cabeza para ortodoxos de todo pelaje, iconoclasta transgresor, en ocasiones rebelde sin causa.


Hace exactamente un año , el 24 de junio del 2010, estando Carles y Gabriel en Sevilla, recibo una llamada de Carles entusiasmado, recuerdo su voz que transmitía entusiasmo y pasión, habían asistido y disfrutado en la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, a la versión taurina de la Ópera Carmen , interpretada por la mítica compañía “la Cuadra” , dirigida por el maestro Salvador Távora, gran amigo de Carles.


Carles era un soñador empedernido, buscador de sueños , muñidor de quimeras y utopías, unas se han ido realizando, otras muchas no adquirirán corporeidad en nuestra generación, algunas harían sonreír a Carles si las alcanzáramos


Permitirme para terminar que de nuestros ágapes dialécticos compartidos con el Maestro López Bulla, así como de la apresurada lectura de su autobiografía titulada “hicimos lo que pudimos” (en memoria de Isabel Aunión , “La Negra”), que narra sus vivencias personales en el transcurso de la larga noche del franquismo, extraiga un deseo, un sueño y una esperanza

A quien corresponda:


· Su deseo de la continuidad de La Factoría , su gran pasión intelectual, “La Revista catalana de pensamiento social más leída en el mundo”, sus amigos necesitamos que este deseo no se diluya en el mar del olvido.


· Un sueño , que algún día nuestros sindicatos, CC.OO. y UGT , inicien el proceso de construcción de un edificio unitario, la “unidad sindical”, el “sindicalismo unitario”, fuerte, organizado, moderno, responsable, reformista, capaz de dar respuesta a los nuevos retos del XXI y a las necesidades de una clase en profundo proceso de transformación.


· Una esperanza…,enero del 39, las tropas facciosas invaden Catalunya y avanzan sobre Barcelona, el nostre President Lluis Companys inicia el camino del exilio y el destierro junto a miles de catalanes y españoles, en Madrid en el Puente de los Franceses , milicianos y milicianas madrileños resisten al fascismo cuando todo estaba perdido. Carles, narra en sus memorias que esperaba que algún día la Generalitat de Catalunya inaugurara una placa en el “Puente de los Franceses” que dijera : “ a los madrileños y madrileñas que dieron su vida en defensa de las libertades de Catalunya y de todos los pueblos de España”.


Perdonarme mi atrevimiento, pero sé que Carles me daría su aprobación…


Carles “noi del vidre” …, ¡que putada nos has hecho!, tendremos que seguir caminando, pero esta vez sin ti será mucho más duro, eres uno de los mejores, para mi sin duda el mejor, hagamos que tus sueños que son los nuestros , se hagan realidad algún día


¡VA POR TI, MAESTRO!

Radio Parapanda. Para Carles: Handel - Ombra mai fu - Jennifer Larmore



martes, 7 de junio de 2011

ROBAR LO JUSTO


La gente seria nos preguntamos los motivos del consenso electoral –un consenso de masas, se entiende-- que alcanzan los corruptos y, sobre todo, la cleptocracia. De ahí el sobrecogimiento ante los niveles de apoyo popular a la gurtelada, como expresión más llamativa de la Cantimpalo´s connection. Por otra parte, los politólogos y moralistas de diversas escuelas tampoco parece que hayan dado en la tecla después de tantísimos siglos de cleptocracia. [Se cuenta que Pericles fue acusado, no sabemos si con fundamento o no, de corrupto, aunque el ataque fue dirigido, a doña Aspasia de Mileto, la esposa del gobernante ateniense]. Un servidor tampoco sabe el por qué. De ahí que, leyendo esta mañana, un artículo de Alonso Cueto sobre las recientes elecciones peruanas –mis saludos al amigo Carlos Mejía (del Perú)-- haya caído en la cuenta de cómo entiende de estos asuntos la sancta simplicitas popular.


Refiere el mentado articulista que “Cuando le insistí [a una señora que estaba en la cola para votar, partidaria de la Fujimori] en que durante el Gobierno de Fujimori se había robado de un modo sistemático, la señora me dio una respuesta similar a la que escuchó el escritor Jorge Eduardo Benavides de un taxista limeño hace unos meses: "Es verdad que Fujimori robó, pero robó lo justo". En cualquier caso, nada dijo la mujer acerca de la línea divisoria entre lo justo y lo injusto. Pero nuestra reflexión no va por esas veredas peruanas, que junto a las chilenas, fueron definidas por don Luís de Góngora como el occidente del occidente. La cosa va por la relación entre el robar lo justo aquí, en el oriente del occidente, según el apotegma de la dama peruana. O, para ser más preciso, entre el robar lo justo y la gurtelada de los cuatro puntos cardinales españoles.


Si estableciéramos una ecuación entre robar lo justo en Perú con relación al producto interior bruto de aquel país, de un lado, y el robo justo hispano con nuestro producto interior bruto, tal vez tendríamos la respuesta al consenso de masas de la cleptocracia española, siempre según los parámetros de la señora limeña. Se trataría de utilizar la conocida 
Teoria de límites en Matemáticas, esto es, un robo justo que no tiene confines.


Ahora bien, parece que hay dos condiciones para el robo justo: uno, no debe ser pequeño; otro, debe tener una ratio determinada con relación al producto interior bruto. Que no debe ser pequeño (ni mucho menos minúsculo) lo demuestra la larga condena que le pusieron a 
Eleuterio Sánchez (el Lute) por agenciarse un par de gallinas en corral ajeno y no ser cargo electo. Que tampoco debe ser astronómico, siempre con relación al producto interior bruto, es comprensible: siempre hay que dejar la pedrea para otros alharaquientos del parné. Esto es, hay que dejar unos determinados cachos para que otros mojen en esa salsa verde de los billetes verdes. O lo que es lo mismo, no puede haber un monopolio del robo porque ello concitaría temibles adversarios; debe existir un ordenado y pactado oligopolio. Un oligopolio en movimiento, como dando a entender que siempre hay, real o aparentemente, una posibilidad de que cualquier hijo de vecino pueda untar y ser untado. O sea, se vota a los corruptos porque ofrecen la oportunidad de que siga la rueda de la fortuna. Algo que no tuvo en cuenta Epicuro cuando decía por Atenas: “ser rico no supone alivio, sino cambio de problemas”