domingo, 6 de noviembre de 2011

SI YO ESTUVIERA CENSADO EN MADRID


Santiago Carrillo ha planteado sin medias tintas la necesidad de un proceso unitario en la izquierda española tras las elecciones del 20 de Noviembre en SI YO ESTUVIERA CENSADO EN ASTURIAS... Concretamente ha dicho: En este momento habría que acelerar los esfuerzos para crear por fin con coraje y generosidad una nueva formación de izquierda transformadora, unitaria, capaz de recuperar la fuerza social que esta tendencia tuvo en otros tiempos y que fue determinante, una formación adaptada a los nuevos tiempos.


El problema que tienen estas propuestas unitarias es que provocan escalofríos en las entretelas de los convocados a tan importante operación; no sólo en los grupos dirigentes sino en sus alrededores. Por supuesto, son problemas políticos, pero también –¿cómo decirlo con palabras no ásperas?-- hay cuestiones antropológicas. Más todavía, cuando se plantean movimientos unitarios se piensa más en las innegables y evidentes dificultades que en los beneficios. De esa manera se va consolidando un “coste político de oportunidad”, esto es, se va perdiendo el beneficio que podría comportar la tardanza en conseguir el momento unitario, si es que llega.


Leyendo atentamente la propuesta de Santiago Carrillo caemos en la cuenta de que la clave no es esencialmente electoral. El veterano dirigente lo coloca en ese estadio de las elecciones del 20 de noviembre son muy importantes; pero ahí no termina ni nuestra lucha ni la Historia y habrá que seguir la acción por el desarrollo del Estado de bienestar y la consolidación de la democracia española. Entre otras cosas, la crisis, lamentablemente va a seguir produciendo estragos y la lucha por el cambio de las políticas inspiradas exclusivamente en el interés de la Banca tiene que intensificarse. Vale decir: quedan pendientes muchos problemas, nuevos y viejos, que deben ser encarados. No hace falta reseñarlos aquí y ahora, porque están en la cabeza de todos. Tan sólo me permitiré el siguiente: ¿cómo afrontar el cambio de paradigma que representa el actual proceso de innovación-reestructuración de los aparatos productivos que sea compatible con la defensa y promoción del (único)medioambiente existente acumulando nuevos derechos de ciudadanía promotores de nuevas tutelas del Estado de bienestar en el cuadro de una democracia limpiamente participativa?


Tengo por ciento que tamaño desafío sobrepasa en mucho la fuerza de cada fuerza política de la izquierda alternativa en solitario. Pero como hipótesis podría establecerse que dichas fuerzas alternativas pueden hacerlo en mejores condiciones de manera conjunta, y más todavía si conforman una nueva formación de izquierda transformadora, unitaria. Naturalmente, transformadora en los hechos. Esta es la función central, pienso. Lo demás son variables de dicho polinomio. Por lo demás, estimo que necesitamos (primero, interferir; después quebrar) ese juego político que va de Mario a Sila y de Sila a Mario. Este juego de la oca no puede ser trastocado por ese conjunto de islas menores, que ni siquiera forman todavía un archipiélago.


Santiago Carrillo apela a la “generosidad”. Claro que sí, la generosidad. Pero esta virtud está repartida escasamente. Yo lo plantearía de manera, no contradictoria con Santiago: a la responsabilidad política presente y futura, de un lado, y, de otra parte, a la vanidad de los grupos dirigentes convocados: podéis ser más fuertes si estáis unidos. En resumidas cuentas, no es la lírica unitaria, sino la prosa de la eficacia de estar juntos entre-sí. Y eso que es difícil hacerlo en momentos de descalabro puede ser posible cuando se producen éxitos, aunque sean relativos como los se prevén el próximo 20 de Noviembre para aquellos que convoca Santiago Carrillo.