jueves, 11 de febrero de 2010

PROLOGANDO EL LIBRO DE ANTONIO BAYLOS

El libro que mañana se presenta en el Salón de Actos de Comisiones Obreras de Catalunya, “Sindicalisme i Dret sindical”, es la versión catalana de la cuarta edición en lengua castellana. Aprovecho, pues, que estamos en vísperas para publicar en este medio el prólogo que me encargó don Luís Collado, editor de las cuatro ediciones de la Editorial Bomarzo.





Yendo por lo derecho y sin rodeos: estamos ante un libro importante. Primero, por su contenido; segundo, por el autor que lo firma; tercero, porque viene a suplir una tradicional laguna: la precariedad de literatura iuslaboralista en lengua catalana; oído, cocina: precariedad no quiere decir inexistencia. Tres motivos que justifican sobradamente la aparición de esta investigación. Su contenido tiene, de entrada, una novedad: la provocación (en su sentido original, provocare, esto es, volver a llamar) de recordarnos algo que se olvida con excesiva frecuencia, esto es, que existe el Derecho sindical, hermano de leche del Derecho laboral. Su autor, Antonio Baylos, un eminente jurista del trabajo, que mantiene la vieja y noble tradición de algunos de sus colegas, de ayer y hoy: ser un cosmopolita ciudadano militante, partiendo de su profundo compromiso con el movimiento de los trabajadores y el sindicalismo confederal que representa Comisiones Obreras. Un inciso: no puedo dejar de pensar en toda una serie de personas: tengo en la cabeza ahora mismo el testimonio de otro amigo: Manuel Vázquez Montalbán que siempre se desvivía por acudir a todas las llamadas para decir su (siempre) lúcida palabra. Antonio Baylos tiene una característica que le distingue de la gran mayoría de profesores universitarios, incluidos los de su disciplina académica. No solamente describe la geografía del Derecho –esto es, qué dice la legislación y cómo debería ser aplicada— sino que se mete en la harina de cómo deberían ser las cosas, el por qué de cómo están las cosas y el por qué de cómo, a su juicio, deberían ser. Valga esta metáfora: Baylos no se limita a decir, como algunos geógrafos, que afirman sólo descriptivamente 
qué bonita es Barcelona, sino que explica las razones de lo que propone en una adecuada relación entre el ayer y ahora mismito y, de ahí, la invitación al vals del futuro. En concreto, es sobre todo un filósofo del Derecho laboral. Que escribe con la más absoluta y sencilla claridad. Digamos que es el estilo del profesor Baylos en toda su abundante producción científica: en sus escritos altamente especializados; en la literatura “de choque”, esto es, en sus artículos para la prensa; en su cotidiano quehacer del imprescindible blog que lleva su nombre (http://baylos.blogspot.com); en sus notables aventuras editoriales: la Revista del Derecho Social en sus dos versiones: la española y la latinoamericana. Y, por supuesto, el presente texto que el mismo Baylos califica como “material escolar”. Y algo más podemos decir sobre el libro: se trata, además, de un recorrido sobre los bienes democráticos que el sindicalismo confederal ha conquistado en los últimos años. Lo que, de vez en cuando, es pertinente señalar para que el seso de los sindicalistas, dicho a lo Jorge Manrique, avive y despierte.En resumidas cuentas, el libro pretende que sepamos más, porque el conflicto social es, también, un conflicto de saberes y conocimientos y, como se ha dicho, evoquemos las conquistas de ayer y de ahora mismo. Saber más precisamente para acumular más bienes democráticos, dentro y fuera de los centros de trabajo, en estos tiempos de profundas y aceleradas transformaciones. Precisamente a través de un sostenida conversación entre sindicalistas y iuslaboralistas: una de las tareas en las que está comprometida a fondo lo que podríamos llamar la escuela de derecho social castellano-manchega con la editorial Bomarzo a la cabeza.Con vuestro permiso: me vais a permitir un cierto desahogo personal. Una de las cosas que mejores recuerdos guardo de mis viejos tiempos era ver cómo los sindicalistas llevaban en el bolsillo aquel libro titulado “Los enlaces sindicales”, que escribieron al alimón Martín Toval y Jesús Salvador que –me parece recordar— publicó la editorial barcelonesa Laia en su colección Primero de Mayo, dirigida por el inolvidable Alfons Carles Comón. En buena medida, los conocimientos prácticos que nos deparó la lectura de aquel libro fueron responsables del “asalto democrático” a las estructuras del sindicalismo putativo de la dictadura franquista.

Postdata al margen del Prólogo. Espero que el pormenorizado conocimiento de este libro comporte, de un lado, una mayor preocupación por los derechos sindicales y, de otro lado, propicie que la plena sindicalización en el centro de trabajo.


martes, 2 de febrero de 2010

EL GOBIERNO Y LA NAVAJA DE OCCAM

Primer tranco. Lo que hemos vivido en las últimas horas más parece un esperpento del gran don Ramón María que otra cosa. A decir verdad, a mis años no había visto algo tan poco edificante como los vaivenes y aturrullamientos del Gobierno con el tema de las pensiones. No es cosa de hacer bromas, aunque ciertamente es muy difícil tomarse las cosas en serio. Dicho con prontitud: esto es una crisis caballuna de las formas de gobernar. Es cierto que en tiempos de don Pedro Solbes se dieron algunos anticipos, pero lo de las últimas cuarenta y ocho horas lo supera con creces: un estajanovismo desordenado de propuestas –unas diciendo pitos, otras rumbo a Bruselas tocando flautas— provinentes de las covachuelas del Ministerio que dirigen la Salgado y Campa: la casa de tócame, Roque. Mientras tanto el presidente del gobierno, raudo como una centella –cuando la tarde languidecía y renacían las sombras— tomaba su aeroplano y ponía rumbo al desayuno (putativamente santurrón) en los Estados Unidos: la familia que reza unida, permanece unida. Todo un gasto inútil, habiendo en nuestro país santuarios, ermitas y cenobios de más alta devoción popular. Por ejemplo, ahí están –viendo pasar el tiempo como la Puerta de Alcalá— el Monasterio de Las Huelgas o la Ermita de los Tres Juanes que mira, desde lo alto, la vega de Granada, una ciudad que está cerca de Santa Fe. O sea, puestos a rezar no hay motivos para gastar, en estos tiempos de crisis, tanta gasolina por los aires de los aires de los aires, amén.



Segundo tranco. Con esta zahúrda el Gobierno ha enviado unos mensajes que han arruinado algunas de sus joyas más queridas. Por ejemplo, la Ley de sostenibilidad económica. Se supone que el objetivo es –perdonen la tautología— que la economía sea sostenible. Porque si la ley es tan demiúrgica, ¿a qué viene esta retahíla de medidas? Es más, hasta la presente, nadie nos ha dicho qué fundamentación tienen: ¿es la cuestión del envejecimiento de la población? ¿es el resultado de todo un cúmulo de presiones desde “los mercados internacionales”, de las instancias internacionales y otros sinedrios más o menos relevantes?


Si se trata de lo primero (el envejecimiento de la población), estamos ante un problema no digo ficticio, pero sí de coartada. Pero en ambas cuestiones el Gobierno ignora algo que sabemos desde hace no pocos quinquenios: lo importante no es cuántos trabajan, sino la productividad que tienen. De ahí el tiempo que se ha perdido (y lo que te rondaré, morena) en no relacionar la argamasa del Estado de Bienestar con la innovación tecnológica a través de un pacto social en esa dirección. Y si se trata de lo segundo (las presiones de los mercados y los chambaos internacionales) el resultado ha sido justamente lo contrario: las caídas de la Bolsa de Madrid, ayer un 2,27 por ciento y hoy el batacazo de casi el 6 % y el cachondeo internacional ante ese desgobierno. Pues bien, si se trata de lo primero: ahí está la instancia del Pacto de Toledo. Si se trata de lo segundo: se toma una medida “para toda la vida” ante una situación contingente, sabiendo que “los mercados extrapolan a corto plazo”, según dejó enseñado Claude Bébéar, fundador y presidente de Axa, empresa líder mundial del sector de Seguros. [Acabarán con el capitalismo, Paidós, 2004]


Ante esta situación, han surgido desorientación e inseguridad, estupor y miedo de millones de personas que, ante este zafarrancho, pueden haber entrado en una crisis de vida: ¿cuándo me jubilaré y en qué condiciones? Un tema que bordaría Ulrich Beck.


No parece que el Gobierno haya caído en la cuenta del 
efecto resonancia: la duración de sus vibraciones tendrá un largo recorrido. Entonces, ¿cuál es la explicación de este desordenado estajanovismo gubernamental? Gente sesuda hay por academias y ventorrillos, institutos y lavaderos que se ocuparán del asunto. Yo, por si las moscas, les propongo utilizar el viejo método de la navaja de Ockham . Que, chusquera pero no desatinadamente explicado se resume así: de todas las opciones a elegir, escoge siempre la más sencilla. Me pregunto si lo más claro es que estamos ante un problema de acrisolada incompetencia.



Tercer tranco. Como era de esperar el sindicalismo ha reaccionado oportunamente: la última semana de este mes –febrerillo loco, por más señas— las calles y las plazas serán un clamor. Como siempre es necesario que resuene el grito. Pero es más necesario todavía que –con mayor fuerza y diapasón que el grito— se ponga en conocimiento de propios y ajenos el proyecto alternativo. Un proyecto que es conocido por millares de sindicalistas pero todavía no leído y escuchado por millones de personas.








Radio Parapanda. Como música de fondo 
Ah mes amis de La fille du regiment con el tenor colombiano Hans Ever . Y la voz abaritonada de Simón Muntaner informado sobre el EL PROBLEMA DE LOS PIIGS